Un recordatorio necesario

EL CORREO 31/08/13
ALBERTO AYALA

El lehendakari deja claro a la izquierda abertzale que los mínimos éticos democráticos no son negociables

Suelo ético y disolución de ETA. El lehendakari Urkullu no pudo ser más nítido en su primera comparecencia ante la prensa tras el paréntesis vacacional. La consolidación del nuevo tiempo en Euskadi, que arrancó con el anuncio del definitivo adiós a las armas por parte de la banda terrorista, requiere como mínimo de dos cosas. De una parte, que la organización entregue esas armas que, dice, no piensa volver a usar, y se disuelva. De otra, que la izquierda abertzale asuma de una vez por todas los mínimos éticos exigibles en democracia.
Nada nuevo, es cierto. Pero un mensaje político necesario porque tanto la banda armada como la coalición que hoy engloba a los herederos de Batasuna, EH Bildu, siguen sin querer atender estos requerimientos.
Sin ello no serán posibles avances en la ponencia de paz del Parlamento. Y tampoco servirá de mucho el plan de paz y convivencia que el Gobierno de Urkullu procederá a reelaborar en las próximas semanas tras analizar las importantes objeciones que proyectan plantear PSE, PP, UPyD, así como las de la izquierda abertzale. Una iniciativa a la que Urkullu no renunciará suceda lo que suceda, según reiteró ayer.
Dirigentes de la ilegalizada Batasuna encabezados por Arnaldo Otegi, hoy en prisión, jugaron un papel determinante para persuadir a ETA de que cerrara su ciclo sangriento. Lo hicieron tras constatar que la democracia había colocado contra las cuerdas a la banda terrorista y que su caída amenazaba con dejar fuera de juego a su brazo político por mucho tiempo.
Hoy, dos años después del comunicado más esperado en la historia de ETA, se vive una situación de bloqueo. La banda rechaza entregar las armas y disolverse y EH Bildu se niega a abjurar del pasado, e insiste en tratar de equiparar violencias y de justificar la historia criminal de ETA por la existencia de un supuesto conflicto. En consecuencia, el Gobierno de Rajoy se niega a mover ficha con los terroristas presos. La sociedad, por su parte, hace ya tiempo que ha pasado página y ha eliminado el capítulo terrorista de su lista de preocupaciones.
El borrador del plan de paz y convivencia presentado por Jonan Fernández antes del verano no ayudó tampoco a clarificar la situación. Demasiado prolijo, demasiado trufado de guiños a la izquierda abertzale, demasiado cuajado de equidistancias.
De ahí lo destacable del mensaje de exigencia que el lehendakari eligió ayer para abrir curso político. Se puede y hasta se debe hacer una revisión crítica del pasado. Pero los cimientos para construir el nuevo tiempo no pueden obviarse. A saber, no cabe solucionar ningún problema por métodos violentos, el terrorismo nunca tuvo justificación y la banda terrorista ETA debe disolverse sin más dilación.
De momento no parecen existir demasiados indicios que inviten al optimismo. La izquierda abertzale no da muestras de que ultime ningún giro relavante. Por ello no está mal que, al menos, tenga claro que enfrente no existen fisuras, siquiera en lo básico. Que las restantes formaciones políticas no le van a facilitar atajos que ayuden a construir una paz difusa y sin memoria.