El juego de la consulta

JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 12/01/14

· Basta con leer el título y la última frase de la carta de Duran i Lleida a su militancia, con fecha de ayer, para comprender en qué consiste el juego de la consulta que ha organizado el movimiento nacionalista-secesionista catalán. Título: «Si políticamente se quisiera la consulta, tiene encaje legal en la Constitución». Última frase: «No olvidemos que el presidente Mas deja claro que la consulta se hará y, además legal [sic]: con referéndum o con elecciones plebiscitarias».

Me permito preguntar al señor Duran cómo sobrellevará su coalición con Convergencia en una «consulta» en forma de elecciones cuando su socio establezca que votar su lista significa «sí a la independencia».

En todo caso, sospecha confirmada. La famosa consulta del nueve de noviembre «sobre el futuro de Cataluña», esto es, el tan demandado ejercicio del «derecho a decidir» consistirá, a la hora de la verdad, en atender a la única llamada a las urnas para la que Artur Mas es competente: las elecciones autonómicas catalanas. CiU lo sabe, lo sabe el gobierno de la Generalidad, y lo sabe –perdonen– cualquiera que haya leído mi libro Votaré No. La (maldita) gracia del juego consiste en simular que la pregunta doble, o «en árbol», se va a someter de verdad al electorado del Principado. Para hacerlo verosímil se aprueba la correspondiente partida presupuestaria y se trabaja en un censo ad hoc que incluye a mayores de dieciséis años, a ciertos extranjeros y a catalanes residentes en el extranjero (no en el resto de España). El equívoco permite a Mas seguir liderando el movimiento nacionalista-secesionista, tranquilizar a ERC y mantener el nivel de agitación.

Tras las vacaciones parlamentarias estivales, alguien defenderá en el Congreso de los Diputados, sin ninguna posibilidad de éxito, la celebración de un referéndum consultivo sobre el asunto catalán. Ese alguien no será Mas para que no se proyecte enterita en la mente de todos una película ya vista: El caso Ibarretxe, que ya sabemos cómo acaba para el protagonista y para su propuesta. Ese alguien será probablemente Duran i Lleida, que para eso es el jefe del mal llamado «Grupo Parlamentario Catalán» del Congreso, denominación que se mantiene con flagrante injusticia, emborronando el hecho evidente de que ese grupo sólo engloba a dieciséis de los cuarenta y siete diputados elegidos por circunscripciones catalanas.

El juego de la consulta, cuyas reglas persiguen la confusión de los participantes y del público, permite a su inventor, el señor Mas, llegar a las próximas elecciones autonómicas, nuevamente anticipadas, manteniendo la unidad del movimiento nacionalistasecesionista. Pero tan pronto como se realice el recuento de los votos, surgirá el gran problema. Porque las elecciones se habrán planteado como «plebiscitarias», se habrán vendido como una auténtica consulta, y se interpretarán por un gran segmento de los votantes y por una buena parte de los analistas como un referéndum de autodeterminación (donde votar CiU, ERC o CUP significa «sí a la independencia», votar Ciudadanos o PP significa «no a la independencia», y votar PSC o ICV no significa nada).

¿Y cuál es el gran problema? Que si gana el primer grupo con claridad, tanto ERC, como CUP, como el órgano oficial al que Mas ha encargado la «transición nacional» –el CATN, dependiente de presidencia– apuestan por la declaración unilateral de independencia en un acto solemne del Parlamento catalán. Por eso dichas elecciones son más peligrosas que un referéndum, donde ganaría el «no» y se acabaría la tontería durante mucho tiempo. Y por eso los catalanes contrarios a la independencia contaremos con Ciudadanos y con el PP. Y deberemos jugar. Porque nos la jugamos.

JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 12/01/14