ABC 12/01/14
· Pese a que el partido de Urkullu pactó con los batasunos un acto silencioso por los presos en Bilbao, al final se impusieron las consignas de ETA.
Etarras de copas Etarras excarcelados como «Carnicero de Mondragón» se exhibieron tomando copas y acudieron a la marcha con niños.
· Cúpula del PNV El Gobierno vasco no envió a nadie, pero sí acudieron los dirigentes del PNV Ortúzar y Eguíbar, entre otros.
El PNV culminó ayer su radical giro de estrategia al ocupar, de la mano de Batasuna, las calles de Bilbao liderando una marcha multitudinaria a favor de los «derechos humanos» de los presos de ETA. La manifestación convocada de urgencia como sustituta de la que prohibió el juez Velasco 24 horas antes tuvo finalmente lugar y el nuevo hermanamiento del soberanismo vasco fue un hecho. Pero la consigna de que la marcha fuera silenciosa para no incomodar al PNV se vio rápidamente superada y, otro año más, los gritos de «amnistía» y en favor del acercamiento de los presos etarras se impusieron. Los rostros serios del presidente del PNV, Andoni Ortúzar, y el resto de sus compañeros –no asistió nadie del Gobierno vasco– evidenciaban que la sensación entre los dirigentes de Sabin Etxea volvió a ser la de haber participado en una encerrona. Al finalizar el acto, hora y media después de que diera comienzo con miles de personas saturando el centro de la capital vizcaína, Ortúzar y los suyos salieron casi a la carrera del lugar, donde los simpatizantes proetarras dejaron claro que ésa era su tradicional marcha de enero. La misma que se había prohibido y para la que el PNV se prestó a hacer de «testaferro» organizador para burlar la orden del juez.
«Gracias» al PNV
Las fotografías de terroristas encarcelados, sus familiares ocupando un espacio protagonista durante todo el recorrido o las múltiples pancartas con el símbolo de la «gota» del colectivo proetarra que convocó inicialmente, así lo atestiguaron. Incluso, una pancarta de Askatasuna, entidad heredera y suspendia de Gestoras pro Aministía. Según el Ayuntamiento de Bilbao, acudieron unas 100.000 personas, pero otros cálculos reducen esa cifra a algo menos de la mitad.
Con todo, los líderes de uno y otro partido posaron juntos y se intercambiaron besos y manos ante las cámaras de los periodistas. Todos hablaban de una jornada «histórica», llena de euforia, que se había convocado para frenar al Gobierno del PP y a los jueces en lo que consideran un «atropello» de los «derechos» de los vascos. Aludían a la última operación de la Guardia Civil contra el «frente de las cárceles» de ETA y por la prohibición de la marcha sucedánea de Herrira.
El presidente de Sortu, Hasier Arraiz, compareció satisfecho dando las «gracias» al PNV por su «altura» y propiciar la comunión de nacionalistas al servicio de la estrategia de ETA y sus presos. «Se demuestra que el Estado español no quiere un escenario de paz, democracia y libertad para Euskal Herria (…) Esperamos que esto no sea un final, sino el principio», aseguró.
Justo antes, el portavoz parlamentario del PNV, Joseba Eguíbar, acababa de decir que la marcha también incorporaba un mensaje «a la propia ETA para que dé los pasos que la sociedad le exige», si bien lo único que allí tronó fueron las consignas en favor de vaciar las cárceles. Hubo también mención propia exigiendo la «liberación» de los detenidos esta última semana, Arantza Zulueta y otros «mediadores» del EPPK. El abogado y senador de Amaiur Iñaki Goioaga, que protagonizó en las últimas horas su particular bloqueo a los registros de la Guardia Civil en el marco de esa operación, también se sumó a la convocatoria.
Terroristas y políticos
En la cabecera, tras la pancarta «light» con el lema «Derechos humanos, solución y paz», se colocaron en perfecta armonía los dirigentes de PNV, Sortu y el resto de partidos que integran las coaliciones de Bildu y Amaiur. También líderes institucionales como la presidenta del Parlamento vasco, el alcalde de San Sebastián o los diputados generales de Guipúzcoa y Vizcaya, de Bildu y PNV, respectivamente. Algunos de los 63 terrorisas excarcelados y que posaron para la foto de Durango el sábado pasado se volvieron a dejar ver, acompañados de niños o tomando copas. Es el caso de «Carnicero de Mondragón» en bares aledaños.
Era la primera vez en quince años que PNV y Batasuna llamaban al alimón a sumar sus fuerzas, en claro pulso al Gobierno del PP y ataque al frente jurídico-policial del Estado contra ETA. La última fotografía conjunta se remonta a 1999, con Xabier Arzalluz y Arnaldo Otegi guiando a sus bases, en pleno pacto excluyente de Lizarra o Estella. Pero desde 2010, año en que el ahora presidente del PNV salió escaldado al grito de «traidor español» que le dedicaron los proetarras, los peneuvistas no habían vuelto a dejarse ver juntos. «No les vamos a hacer la campaña gratis», ordenó a los suyos el entonces líder de Sabin Etxea y hoy lendakari, Iñigo Urkullu. Hasta ayer.
Lo cierto es que si el sábado pasado ETA consiguió su foto de «familia» con sus terroristas excarcelados, ayer los radicales obtuvieron una imagen aún más valiosa: la del ensayo de su eternamente deseada «unidad de acción» entre soberanistas, como así denunciaron PSE, PP, IU y UPyD.
El juez autorizó al final la marcha porque no era «heredera» de la anulada
Pese a que la Guardia Civil advirtió de que la «nueva» manifestación convocada por PNV y Sortu era heredera y «consecuencia» de la prohibición establecida por el juez Eloy Velasco, su compañero Ismael Moreno decidió ayer permitir su celebración al no apreciar el fraude de ley del que hablaban las víctimas en sus respectivas denuncias.
Moreno se basó en el informe favorable del fiscal y en el de la Ertzaintza, que aseguró que «no existen datos objetivos que permitan considerar» que esa marcha fuera la misma que la prohibida por el Juzgado número 6. Sin embargo, para su titular (Velasco), con independencia de quien la hubiera convocado, esa manifestación respondía a la estrategia de Herrira, sobre la que él mismo acordó en septiembre la suspensión de actividades por su subordinación a ETA.
El hecho de que el lema variara mínimamente respecto al previsto en la marcha de Herrira (que junto a «Derechos Humanos. Acuerdo. Paz» reivindicaba el acercamiento de los presos vascos), que los convocantes no estuvieran «relacionados con una organización ilegal» y que no hubiera elementos que hicieran pensar que el acto sirviera para enaltecer a ETA fueron argumentos suficientes para que el juez autorizara la manifestación.
Lo hizo apenas una hora antes de su inicio, advirtiendo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que adoptaran las medidas necesarias para evitar la exhibición de fotografías de presos o de asociaciones ilegales, así como lemas o pancartas que pudieran constituir un delito de enaltecimiento del terrorismo o de humillación a las víctimas. Como éstas se temían, la marcha no fue precisamente silenciosa.
ABC 12/01/14