Separatismo estúpido y pueblerino

FELIX MADERO, ABC 20/01/14

«Suele ocurrir entre los que se dedican a la política que no precisan de más claridad que la que ofrece el presente».

Quién sabe cuál es la razón por la que despreciamos nuestro pasado. Quizá sea que lo vivido no encaja con los empeños de los que se sienten dueños de la Historia. Suele ocurrir entre los que se dedican a la política que no precisan de más claridad que la que ofrece el presente que anuncia el futuro, que siempre sería problema de otros. El poder en todas sus variantes. Uno para volver a ganar, otro para intentarlo, el de más allá para conseguir una dolorosa independencia, el de acá para librar unas primarias. El pasado, lo que sucedió y lo que se dijo y se escribió no cuenta para una clase política ágrafa, huérfana de lecturas, vida y pulsión. Cuando los escucho recuerdo a Disraeli: cuidado con el hombre de un solo libro.

Les invito a recorrer con brevedad el pasado más reciente con dos escritores. Ojalá José Griñán, uno de los poco políticos lectores que conozco, pudiera enviar a los «primarios» –López, Madina, García Paje y Chacón– los discursos de Galdós y, de paso, uno muy especial del que fuera director de «El Socialista», gran periodista y mejor persona Julián Zugazagoitia (Guerra y vicisitudes de los españoles. Tiempo de Memoria. Tusquets, 2001).

Galdós no sólo fue y es un gigante de la Literatura, fue un escritor metido caprichosamente a político, que aprovechó el acta de diputado como un observatorio desde el que analizó la sociedad española como materia novelable. En 1912, en un discurso visionario –así lo calificaba ABC la semana pasada– escribió que «debían pasar cien años para que, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente». Y añadía: «Llevarán a España un Estado de consunción que de fijo ha de acabar con su muerte». Hapasado más de un siglo, y me ahorro todos los comentarios.

Del libro de Zugazagoitia sorprende la cantidad de información nunca divulgada; testimonios ignotos, quizá intencionadamente olvidados. Zugazagoitia escribió en Buenos Aires para un periódico el relato de la guerra de España vista desde el lado de los derrotados. Lo hizo sin ira, sin rencor, sin odio; escribió como un periodista, como un fedatario de la Historia que estuvo en los sitios definitivos y escuchó conversaciones determinantes.

Y así, y ante el impulso que tomaba el nacionalismo catalán, escucha lo siguiente al presidente del Gobierno, el socialista Juan Negrín: « No estoy haciendo la guerra con Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. La hago por España y para España. Por su grandeza y para sugrandeza. No hay más que unanación: ¡España!(…) En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los de afuera y de los de adentro. Mi posición es absoluta y no consiente disminución».

¿Hay algo que comentar? Nada. Que tanto tiempo después el PSOE viva tan desnortado sin una posición absoluta de lo que es España causa pena y preocupación. Ojala que su próximo líder venga con algunas lecturas. Y sobre todo, sabiendo de dónde viene. Algunos disgustos nos estaríamos ahorrando.

FELIX MADERO, ABC 20/01/14