El secretario general de Vocento presentó ayer en Bilbao su libro «Contra la secesión», acompañado por Nicolás Redondo Terreros, que preside la Fundación para la Libertad -organizadora del acto- y el periodista Santiago González, quien resumió la obra como «la crónica, documentada y apasionada, de la deslealtad del PNV con la democracia española».
No se mordió la lengua José Antonio Zarzalejos. En el primer acto público al que ha sido invitado en su tierra desde que -en 1998- se vio obligado a engrosar la diáspora vasca que -según vaticinó- «algún día le va a estallar en las manos al PNV», reivindicó y ejerció su derecho de ciudadano a «expresar mis convicciones», y su deber de hacerlo «sin eufemismos, porque llega un momento en que los eufemismos son cobardías».
El secretario general de Vocento, ex director de Abc y de El Correo, presentó ayer en Bilbao su libro «Contra la secesión» (Planeta), acompañado por Nicolás Redondo Terreros, que preside la Fundación para la Libertad -organizadora del acto- y el periodista Santiago González, quien resumió la obra como «la crónica, documentada y apasionada, de la deslealtad del PNV con la democracia española».
La tesis principal del ensayo, y de la intervención de su autor, es que «ha llegado el momento histórico de no ceder ni un ápice más ante el nacionalismo», que no sólo se ha demostrado «insaciable» en sus exigencias y ha dado sustento el asesinato de más de mil ciudadanos «en nombre de una nación que no existe», sino que además ha generado una «inestabilidad precoz del bloque constitucional y estatutario».
Ante ello, Zarzalejos defendió como imperiosa la necesidad de «acabar con el desestimiento del Estado». Advirtió de que «la forma monárquica del Estado» cabe en un «Estado autonómico unitario», pero no podría pervivir en un «Estado confederal». Dijo «echarse las manos a la cabeza» al leer que el presidente del Gobierno promete un nuevo Estatuto y someterlo a referéndum en dos años porque al hacerlo recrea la «angustia existencial» de España, y le pidió que «no caiga en esa trampa» porque «el régimen creado por el nacionalismo no quiere más autogobierno, sino una entidad soberana». Reclamó del Tribunal Constitucional que «no se desentienda» de las funciones que le atribuye la Carta Magna ante una «falsa reforma estatutaria». Lamentó como un «gravísimo error» el «enfrentamiento de las fuerzas constitucionalistas». Y al conjunto de los españoles los emplazó a que «no banalicen el nacionalismo» porque no persigue si no «estirpar una parte de España y arrebatar su alma colectiva» como «patria de las libertades». Su pronóstico electoral fue que «no se dan las condiciones de catarsis para el cambio».
ABC, 13/4/2005