ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 13/01/15
· Desde joven tengo por norma no meterme en la piel de nadie, pero creo que el presidente Mas debió de volver tocado de París. Debió de ser duro comprobar en directo lo que es un pueblo, por utilizar la terminología de su academia. No sólo es una cuestión de números. Desde luego, los ciudadanos que tomaron el domingo las calles de Francia fueron millones: millones veraces, muy distintos a los que pone en circulación el monopoly catalán. Pero mucho más importante que los números fue la gravedad.
Una gravedad que no sólo fue consecuencia del duelo, sino del rigor democrático. Cuando en una democracia los ciudadanos toman políticamente la calle, la gravedad importa. La defensa de la civilización no es una fiesta. Del mismo modo, romper un Estado democrático, acabar con quinientos años de historia compartida, aislarse de Europa e hipotecar el bienestar de, al menos, una generación de ciudadanos no son objetivos que se puedan alcanzar con humo de costellada. Se exige una cierta gravedad del músculo.
De ahí que yo comprenda perfectamente a un Strubell, sociolingüista e independentista de solera, que ayer se preguntaba en su cuenta de Twitter para escándalo de pusilánimes florecillas esteladas: «¿Hay alguien que votaría como yo por la independencia, aunque el que la liderara fuera un asesino, un pedófilo o un corrupto?». Está muy bien dicho. Cuando uno quiere utilizar a un pueblo para quebrar la ley ha de contar con el pueblo, seria y globalmente considerado. De vuelta de París y de la experiencia de la nación en pie, el presidente Mas reanudaría su lata política secesionista: los SMS con el profesor Junqueras, el toque de cacerolas que le había prometido para la noche la guitarrera Forcadell y un almuerzo con el estadista Duran Lleida donde iban a servir merluza hervida. Spleen de la secesión.
No me consta que el otro fabulista de nuestra época viajara a París. Una lástima, porque también había graves lecciones para él. A finales de este mes Podéis ha convocado una manifestación en Madrid. No tiene lema ni objetivo preciso. Por el aluvión de bullshit deduzco que sólo se trata de encarnar en la calle la primera persona plural del verbo, ¡y desmentirme! El proceso constituyente, bla. Pues bien: desde hoy hasta la jornada seminal los adánicos muchachos de Atzavara harían bien en analizar uno de los rasgos más importantes y más silenciados de las manifestaciones de Francia. Esa irrevocable defensa del sistema en que caspa y casta se comprometieron.
ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 13/01/15