Esta decisión judicial marca nítidamente el camino, una vez más, a la izquierda abertzale, cuya limpieza democrática siempre estará comprometida mientras ETA insista en su agónico empeño de seguir existiendo.
EL TRIBUNAL Supremo ha colocado a Bildu fuera de las elecciones municipales y forales del País Vasco y Navarra. La decisión deja de nuevo al descubierto, como ocurrió hace apenas un mes con el rechazo judicial a Sortu, la división de la Sala Especial del 61 del alto tribunal, en cuyas manos pusieron el Gobierno y la oposición esta patata caliente. A falta de un análisis detallado del fallo emitido anoche, los jueces (nueve sobre seis) han estimado oportunas las tesis y las pruebas aportadas por el Ministerio del Interior contra las listas de la coalición abertzale considerando, como ya hizo con Sortu, que dichas listas (254 en total) están inspiradas por la propia banda terrorista ETA. A pesar de que Bildu no es una formación de nuevo cuño como Sortu, sino una coalición de partidos legales y figuras independientes, los magistrados le han aplicado la misma doctrina. De alguna manera, el fallo sobre Sortu ha condicionado el que ayer, tras casi catorce horas de debate y al límite de todos los plazos, llevó al tribunal a tomar la decisión más dura entre todas las posibles.
La sentencia puede ser interpretada como una señal negativa hacia la izquierda abertzale moderada que está tomando distancias con la banda armada. El mensaje podría resumirse en que, hagan lo que hagan, la justicia española les cerrará siempre las puertas a la vía democrática. Pero también es evidente que esa misma izquierda ha desaprovechado todas las oportunidades a su alcance en los últimos meses para ganarse la credibilidad necesaria acogiéndose a las exigencias impuestas a Sortu por la justicia y distanciándose claramente de la lucha armada pasada, presente y futura. En todo caso, esta decisión judicial marca nítidamente el camino, una vez más, a la izquierda abertzale, cuya limpieza democrática siempre estará comprometida mientras ETA insista en su agónico empeño de seguir existiendo.
En el terreno judicial, el fallo queda pendiente del Tribunal Constitucional. De ser favorable a las tesis mayoritarias del Supremo, a buen seguro verá su decisión debatida en el tribunal de Estrasburgo, donde los jueces quizá tengan muy en cuenta los votos particulares del alto tribunal español. En el terreno político, el Gobierno sale airoso de un envite complejo. Presionado por la radical estrategia del PP, el Ejecutivo socialista había hecho suyas las tesis más intransigentes impugnando todas las listas; una decisión no exenta de riesgos, como la división de opiniones entre los jueces ha puesto de manifiesto.
Será importante conocer también la reacción del PNV. Su presidente, Iñigo Urkullu, ha sido en los últimos días extremadamente duro con el Gobierno, al que ha amenazado con retirar el apoyo parlamentario si Bildu no está en las próximas elecciones. La resolución de anoche tendrá, sin duda, una profunda repercusión sobre la política vasca ante la cita electoral del 22 de mayo.
Editorial en EL PAÍS, 2/5/2011