La dinámica de derrota política de ETA se ha roto y a partir del 22-M empieza un período de regresión que, sin duda, en 2013 alcanzará al Parlamento Vasco y probablemente a la presidencia del Gobierno autonómico, salvo que un nuevo Gobierno central acometa con determinación nuevas acciones legales.
LAS consecuencias políticas de la sentencia del Tribunal Constitucional que da vía libre a las listas electorales de Bildu ya asoman en las encuestas publicadas en los últimos días. La coalición independentista puede obtener resultados determinantes en numerosos ayuntamientos vascos y navarros y en la Diputación Foral de Guipúzcoa, territorio histórico en el que compite por el primer puesto con PNV y socialistas, estos últimos, al parecer, muy satisfechos con la permanencia proetarra en las instituciones. Al margen de que esta nueva franquicia de la izquierda «abertzale» radical ya dispone de los censos electorales, su probable amplia presencia institucional va a suponer una inyección de dinero para financiar sus actividades sectarias y una plataforma de colocación de colaboradores y de propaganda a la medida del discurso legitimador de ETA y de su entramado batasuno. Es evidente que esto no era ni es relevante para el TC, pero cuando el etarra Errandonea exhibió el cartel de Bildu, a las puertas de la cárcel que acababa de abandonar, estaba confirmando, simple y llanamente, que la opción de ETA en las urnas es esta coalición. Y ETA no se digna a ser representada por nadie que no esté dispuesto a aceptar sus objetivos y a legitimar sus métodos violentos. No en vano, cuando los representantes de Bildu dicen que rechazan «todo tipo de violencia», siguen fielmente el ideario etarra de que en el País Vasco hay un conflicto de violencias recíprocas, y la de ETA, por supuesto, responde a la del Estado.
Quedan seis días para que se consume la gran victoria política de ETA, después de haber estado a un paso —a un solo voto de magistrado del TC— de sufrir su primera gran derrota en el frente político. Cuatro años de instituciones sin izquierda «abertzale» radical —que los informes policiales sitúan al dictado de ETA— hubieran sido demoledores para el entramado batasuno. Y si cuatro años fuera del Parlamento vasco han llevado a ETA/Batasuna a montar la mascarada de Bildu, otros cuatro de sequía institucional absoluta habrían empujado a pasos más sinceros y decisivos. Decenas de miles de ciudadanos vascos van a quedar bajo gobierno de una coalición que el Supremo calificó como instrumento de ETA. La dinámica de derrota política de ETA se ha roto y a partir del 22-M empieza un período de regresión que, sin duda, en 2013 alcanzará al Parlamento Vasco y probablemente a la presidencia del Gobierno autonómico, salvo que un nuevo Gobierno central acometa con determinación nuevas acciones legales.
Editorial en ABC, 17/5/2011