EL MUNDO – 04/06/15 – ARCADI ESPADA
· El decálogo anticorrupción de C’s es una de las historias más edificantes de la actualidad. Está obligando a sus hipotéticos socios a examinarse una y otra vez en su pureza. Valga como ejemplo la ufanía que muestra la candidata Cifuentes cuando asegura que la condición de imputado es incompatible con la de candidato a diputado.
La ufanía es comprensible si se tiene en cuenta que a la candidata Cifuentes la aduana le parece ilógica, injusta y fuente de problemas; pero ha tenido que tragar con ella en razón del aire del tiempo y este íntimo forzarse la ha dejado satisfecha. La incompatibilidad entre la imputación y el cargo público es una de las dos medidas más populares del decálogo, y la más injusta, porque supone la quiebra de la presunción de inocencia. La otra famosa es la obligación de que todos los partidos convoquen primarias para elegir a sus candidatos.
La propuesta no esconde una cierta arrogancia, pero la intriga fundamental es saber qué relación tienen las primarias con la corrupción, o más bien con su ausencia. Tal vez la haya muy indirecta; pero para relaciones directas tal vez C’s debió fijar unos suelos de sueldo para cargos públicos. Porque las grotescas bajadas de salarios que el populismo propone no solo rebajarán la dignidad y la calidad de la democracia, sino que serán fuente caudalosa de corrupción.
Las ocho medidas restantes presentan una perturbadora característica. Y es que casi todas ellas han sido ya incluidas en la legislación vigente. Para ser estrictos, tan solo queda al margen la responsabilidad patrimonial subsidiaria de los partidos en casos de corrupción de sus cargos públicos. La sanción por el falseamiento de currículums, la prohibición de que las empresas donen, la reducción del máximo de donación a 50.000 euros, la prohibición de las condonaciones de créditos, la imposibilidad de que puedan donar los directivos que gestionen contratos con la administración, la tipificación del delito de financiación ilegal, la obligación de que los partidos publiquen datos básicos de su estructura y funcionamiento y la creación de un órgano anticorrupción en cada partido; todas esas medidas están vigentes.
El hecho permite meditar sobre el funcionamiento de C’s y otros partidos rápidos. Sobre lo de siempre: las noticias, que antes se llamaban propaganda. Y sobre el mantra que quiso ser verdad: el PP tiene un grave problema de comunicación.