EL MUNDO – 29/06/15
· Lanza una propuesta con los líderes de Òmnium, la ANC y la AMI y adoptaría un papel secundario.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha lanzado una última ofensiva para conseguir que Esquerra Republicana acepte concurrir a las elecciones del 27 de septiembre en una lista única independentista. O, si no lo consigue, al menos pretende asegurarse el apoyo exclusivo de influyentes entidades privadas como la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural o la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI).
Desde el pasado 20 de junio, cuando Mas expuso su propuesta de que fueran estas entidades las que tomaran la iniciativa de confeccionar una candidatura –en la que él se integraría, quizás encabezándola pero quizás no–, los enfrentamientos soterrados en el independentismo se han multiplicado.
Según una versión, avalada por fuentes cercanas a la cúpula de Convergència, el presidente de la Generalitat habría puesto sobre la mesa varios nombres para esa lista. El número uno sería para Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural; el dos, para Jordi Sánchez, el líder de la ANC; y el tres o bien para Josep Maria Vila d’Abadal o bien para quien le sustituya como presidente de la AMI en la asamblea general que la entidad celebrará el 17 de julio en Valls (Tarragona).
Mas ocuparía la cuarta plaza, aunque podría llegarse a un acuerdo para que, después de las elecciones, fuera él quien encabezara el Govern.
El enfado mayúsculo de ERC se debe a que consideran que Mas está tratando de reabrir, con la ayuda de la omnipresente infantería mediática de Convergència, un debate cerrado, que en su momento ya provocó serios enfrentamientos entre ambos partidos.
El 13 de enero, Mas y Oriol Junqueras acordaron celebrar las elecciones autonómicas el 27 de septiembre, y tratar de darles un cariz plebiscitario. En ese pacto, el líder de Esquerra renunciaba a su intención inicial de que los comicios se celebraran el pasado mes de marzo; a cambio, el presidente catalán aceptaba la fórmula de las «listas paraguas» que siempre han defendido los republicanos.
Se trata de pactar un punto en común –el primero– para los programas electorales de los partidos que compartan el objetivo de la independencia, haciendo explícita esa voluntad. Además, ERC proponía completar el nombre de cada candidatura con una fórmula también compartida –por ejemplo, Ara és l’hora–, y organizar algunos actos de campaña conjuntos.
Las negociaciones para el acuerdo dejaron como secuela una mala relación entre Mas y Junqueras que dura hasta hoy. Para muestra, el SMS del jefe de la Generalitat al republicano que trascendió durante aquellos días, en el que confirmaba que Convergència quería que Esquerra renunciara explícitamente a incorporar independientes de prestigio en su lista.
«Recuerda que SU propuesta [se refiere a la de las entidades soberanistas] era que si ERC insistía en presentarse por separado y hacía imposible una lista conjunta, como tú mismo has ido reiterando en todo momento, entonces se podía hacer una lista SÓLO DE ERC y que en la transversal o conjunta fueran las personas que QUISIERAN de cualquier partido y las independientes que también QUISIERAN», fue parte del mensaje que Mas envió a Junqueras, mayúsculas incluidas.
Es una fórmula parecida a la que Mas trata de recuperar ahora. A ERC siempre le ha parecido inverosímil que el líder de otro partido pretenda inmiscuirse en la elaboración de su candidatura. Pero Convergència, que se separó de Unió hace unos días para ganar credibilidad a ojos del movimiento independentista, está determinada a no presentarse a las elecciones con sus siglas.
Las razones de ERC para oponerse a ir en la misma lista que Convergència son dos. La primera: no quieren que los múltiples casos de corrupción en los que en los últimos años se han visto implicados sus socios –empezando por el escándalo de la familia Pujol– les salpiquen. La segunda: creen que la opción de presentarse por separado maximiza las probabilidades del independentismo, porque afirman que hay muchos catalanes que no están dispuestos a votar una candidatura en la que esté Artur Mas.
Los republicanos, además, ven partidismo en la estrategia convergente, y ponen como ejemplo de ello el hecho de que nadie esté presionando a la CUP –que ya ha dicho que no se plantea ninguna lista conjunta– para que se integre en ese plan.
En Convergència, sin embargo, dudan de que ERC haya hecho un análisis correcto de la situación. Si los republicanos hubieran aceptado la lista única en enero, recuerdan fuentes del partido, Mas habría convocado las elecciones en marzo. Y el independentismo habría contado entonces con dos bazas: la posibilidad de aprovechar la ola de optimismo que se desató tras la celebración del «proceso participativo» del 9-N y el hecho de que, en esa época, el empuje de Podemos y su ascendiente en Barcelona y su área metropolitana eran mínimos.
Ahora, el partido de Pablo Iglesias amenaza seriamente la hegemonía independentista, y Ada Colau (Barcelona en Comú) ha arrebatado a Xavier Trias la Alcaldía de Barcelona.
Además, ayer la formación Moviment d’Esquerres (MES), formada por ex militantes y dirigentes del PSC que se fueron del partido para dar apoyo al movimiento soberanista, anunció que estaría dispuesta a formar parte de una lista conjunta entre Podemos e ICV en Cataluña, como la que están ultimando los líderes de esos partidos.
La noticia sorprendió porque se daba por hecho que los ex socialistas concurrirían junto a ERC, como hicieron en 70 localidades catalanas en las últimas municipales.
EL MUNDO – 29/06/15