SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO – 29/06/15
· La última reforma del Código Penal aprobada el 30 de marzo último entra en vigor el miércoles, con una novedad que no es una reforma ad hoc, aunque pudiera parecerlo. Ni Gallardón al redactarla, ni el legislador al aprobarla tenían la menor idea de la existencia de Guillermo Zapata, ni de que éste hubiera escrito unos tuits ofensivos para las víctimas del Holocausto, del terrorismo y, de lo que, andando el tiempo, habrían de ser delitos de violencia de género.
El Código Penal vigente, el de Belloch, ya castigaba con pena de prisión de uno a dos años en su artículo 578 «la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas». El Congreso, sin conocer a Zapata, como digo, agravó el asunto por el medio elegido: «Se tiene en especial consideración el supuesto en que se cometan mediante la difusión de servicios o contenidos accesibles al público a través de medios de comunicación, internet, o por medio de servicios de comunicaciones electrónicas o mediante el uso de tecnologías de la información».
Se ratifica la incitación al odio en el artículo 510. Uno no sabe si esto puede cuadrarle al concejal Pablo Soto, que hace un par de años y medio tuiteaba elogios de la guillotina, la tortura, el kalashnikov, la muerte de sus enemigos (sin especificar medios) y el incendio de los bancos.
Zapata ha sido imputado por el juez Pedraz por lo que pudiera constituir un delito de humillación de las víctimas, comportamiento que ya era punible según el Código Penal de 1995. No puede serlo por lo que él consideraba chiste sobre el Holocausto, aclarando después que él no era antisemita. Den la vuelta al razonamiento y supongan que el ex alcalde de Valladolid hubiera hecho hace unos días un chiste grosero sobre las inclinaciones sexuales del fallecido Pedro Zerolo,y que ante la bronca suscitada por su zafiedad, explicara: «Era sólo un chiste. Yo nunca he sido homófobo».
La comparecencia de Zapata como imputado estará acompañada por la de una de las víctimas de sus chistes, Irene Villa, como testigo. Muy probablemente este tipo se verá beneficiado por las declaraciones de la víctima, que descartó haberse sentido ofendida por el chiste de los repuestos. Esa interpretación sería un error, porque las burlas sobre Irene Villa en tanto víctima no son un asunto personal. La escarnecida es toda la sociedad española, salvo, tal vez, la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Madrid. Una de las primeras reformas del Código Penal franquista fue que el perdón de la violada no extinguía la responsabilidad criminal del violador como hasta entonces sucedía. Los violadores podían ganar la impunidad si sus familiares amenazaban a la víctima con credibilidad. Pero no les valía si aprovechaban el lance para robarle el bolso, que era un delito perseguible de oficio.
El miércoles entra en vigor una reforma del C.P. que endurece el delito hasta el punto de que parece diseñado para Zapata, que en este aspecto es un predelincuente. Salvo que reincida, naturalmente.
SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO – 29/06/15