DANIEL G. SASTRE – EL MUNDO – 23/08/15
· De las cuatro fotos tras el 27-S, sólo una acabaría seguro con el proceso soberanista.
El relato nacionalista de la política catalana de los últimos años sostiene que el «proceso soberanista» comienza hace casi tres años, el 20 de septiembre de 2012. Ese día, Artur Mas se reunió en La Moncloa con Mariano Rajoy y planteó para Cataluña un nuevo «pacto fiscal», un sistema de financiación en la línea del concierto vasco. El presidente del Gobierno dijo que no, y Mas anunció cinco días después que convocaba elecciones. Pero, en vez de la «mayoría excepcional» que había pedido, perdió 12 diputados. Y ahí empezó la carrera del president con el objetivo de aglutinar fuerzas en el ámbito soberanista que ha desembocado en la convocatoria del 27-S.
Mas y sus socios ya no piden una consulta, sino que afirman que pondrán en marcha directamente un plan independentista –bastante difuso– si ganan las elecciones. Convergència, que rompió en junio su histórica federación con Unió, se presenta ahora de la mano de ERC y de varias entidades privadas independentistas para tratar de hacer olvidar la corrupción que la ha acosado en los últimos años y de paliar el descenso que le auguraban todas las encuestas. El presidente de la Generalitat ha convencido a sus compañeros en la lista de Junts pel Sí de que le basta la mayoría absoluta en el Parlament para activar un proceso que llevaría a la independencia de Cataluña en un plazo máximo de 18 meses, pero es evidente, y se admite en privado en el ámbito nacionalista, que el 27-S servirá para medir las fuerzas de las que disponen, y que condicionará los próximos meses. Los comicios, que Mas y Oriol Junqueras reclaman plebiscitarios aunque ningún otro partido comparta ese punto de vista, pueden enterrar el procés o dar inicio a una etapa de grandes turbulencias en la política española.
DOS TERCIOS DE INDEPENDENTISTAS
Mas se presentó a las elecciones de 2012 con dos objetivos declarados: que CiU lograra mayoría absoluta en las urnas y que, junto a los partidos que apoyaban su plan para convocar una consulta soberanista (ERC, ICV y la CUP), lograra sumar 90 diputados. La cifra no es un capricho: son los dos tercios del Parlament, la mayoría necesaria para, por ejemplo, promover una reforma el Estatut o impulsar una ley electoral. Entonces no sucedió ninguna de esas dos cosas, pero el sueño húmedo del independentismo sigue estando en esa barrera de los dos tercios.
Si el 27 de septiembre las listas explícitamente secesionistas (Junts pel Sí y la CUP) alcanzan los 90 diputados, está claro que Mas pondrá en marcha su plan. Esa cifra les daría además con toda seguridad más del 50% de los votos, el objetivo no declarado que persiguen para que las instancias internacionales se tomen en serio el pleito catalán. Sin embargo, es un escenario que no contempla hasta ahora ninguna encuesta. Y, curado en salud, Mas ha sido esta vez mucho menos ambicioso: poco después de convocar las elecciones aseguró que se conformaba con una mayoría absoluta de diputados independentistas.
MAYORÍA ABSOLUTA DE JUNTS PEL SÍ
La lista de Mas –aunque está encabezada por Raül Romeva existe el compromiso de que el actual presidente de la Generalitat, que va de número cuatro, repita en el cargo– tendría también un amplio margen de maniobra si logra por sí sola la mayoría absoluta de diputados en el Parlament. Aunque la suma actual de CiU y ERC ya alcanza esa cifra –de hecho, ambas formaciones están en 71 diputados, tres por encima del listón–, la disolución de la federación y el hecho de que las encuestas pronostiquen que el resultado de Junts pel Sí puede quedarse por debajo de los 68 escaños provoca que la mayoría absoluta sea el principal objetivo de la lista conjunta.
Sin embargo, es muy posible que si la lista se queda justo en el límite de los 68 diputados o muy poco por encima, no obtenga más del 50% de los votos. Esto ocurre porque la ley electoral prima los sufragios de las zonas rurales, lo cual beneficia a los nacionalistas: por eso nunca han querido modificar la norma para hacerla más proporcional. En el caso de que Junts pel Sí no obtenga la mayoría en votos –ni en solitario ni acompañada de la CUP–, los independentistas tendrían un problema de legitimidad: proclaman que el 27-S es un plebiscito, y en las convocatorias de esas características se cuentan papeletas, no escaños. De hecho, la CUP ya ha dicho que la barrera para llevar adelante los planes debería estar en el 55% de los votos.
MAYORÍA ABSOLUTA DE JUNTS PEL SÍ Y CUP
La suma actual de CiU, ERC y la CUP en el Parlament es de 74 diputados, seis por encima de la mayoría absoluta. Así que Mas, que ha dicho que le basta con que entre todos esos partidos –excepto Unió– saquen 68 escaños, se ha puesto en esta ocasión el listón bajo para seguir en el poder. Pero el president podría tener problemas con la CUP, que ya no quiso integrarse en la lista unitaria y que en los últimos días le ha recordado su equidistancia. «No veo a la CUP invistiendo a Mas ni haciendo el juego al Estado español», dijo David Fernàndez, líder del partido durante la legislatura que termina y diputado revelación en los últimos dos años.
Pero existe aún otro escenario que provoca el pánico en Convergència: que la CUP, sobre la base de un gran resultado –más de 10 escaños– y siendo necesaria para la mayoría absoluta independentista, exija que Mas se aparte en favor de Romeva para dar su apoyo a Junts pel Sí y al plan soberanista.
SIN MAYORÍA INDEPENDENTISTA
El único escenario que acabaría sin duda con el proceso independentista se daría si entre Junts pel Sí y la CUP no sumaran los 68 diputados de la mayoría absoluta. Pese a que sería difícil articular un Govern alternativo por las grandes diferencias ideológicas de los partidos no independentistas, que no se plantean las elecciones como un plebiscito y por tanto se presentan con propuestas propias, la composición de las listas se convertiría en una pesadilla para CDC y ERC. Ambos partidos se quedarían con bastantes menos diputados de los que tienen actualmente, porque, tratando de crear una especie de dream team de la secesión, han llenado la candidatura de Junts pel Sí de gente ajena a la política: representantes del mundo del espectáculo como Lluís Llach, Isona Passola o Josep Maria Mainat, escritores como Xavier Rubert de Ventós o Jaume Cabré, periodistas como Miquel Calçada, científicos como Pere-Joan Cardona, e incluso futbolistas como Pep Guardiola, que cierra simbólicamente la de Barcelona.
DANIEL G. SASTRE – EL MUNDO – 23/08/15