EL MUNDO – 09/10/15
· Supeditan su apoyo a la coalición a una hoja de ruta revolucionaria que incluya declarar la república catalana y nacionalizar la banca Desdeñan a Mas: «No estamos para buscar salidas personales».
La conferencia política de la CUP, que tanta expectación había despertado, dejó ayer en el aire la pregunta de si Artur Mas repetirá como presidente de la Generalitat. En cambio, el partido anticapitalista fue muy claro sobre cuál es su prioridad: antes de decidir sobre la investidura exige gestos de ruptura inmediata con España y de desobediencia explícita.
De las siete intervenciones de diputados electos de la CUP, cuyos votos son imprescindibles para reelegir a Mas, no puede colegirse ninguna respuesta a la gran pregunta. La número dos de la candidatura, Anna Gabriel, aseguró que la posición que han mantenido en la campaña –en clara referencia al veto al president– «no varía». Pero el número tres, Josep Manel Busqueta, dijo luego que «en este proceso no sobra nadie».
El partido buscó dejar la pelota en el tejado de Junts pel Sí cuando expuso unas condiciones para pactar de tintes claramente revolucionarios, difícilmente asumibles para un partido de corte liberal como Convergència, al menos en unas condiciones menos excepcionales.
En un acto en el que el protagonismo recayó en las voces más doctrinarias –Antonio Baños, el candidato que demostró en la campaña un gran tirón mediático, pasó muy desapercibido–, la CUP puso tres condiciones irrenunciables a Junts pel Sí para llegar a un acuerdo: «Ruptura democrática», «proceso constituyente hacia la república catalana» y «plan de choque de urgencia social». «De estas tres, ninguna puede fallar», avisó Anna Gabriel. Y añadió que «el quién», en referencia al liderazgo de la nueva etapa, «sólo puede venir después» de que se hayan aceptado estos requisitos.
La formación antisistema exige, por ejemplo, actuar con «unilateralidad», porque cree que Cataluña nunca podrá «ejercer su soberanía» dentro de la legalidad española. En este sentido, el diputado electo Benet Salellas apuntó que un primer gesto podría tener que ver con desobedecer al Tribunal Constitucional (TC), ante el que Mas está citado la semana que viene para responder sobre la organización de la consulta del 9-N: «Hay que romper en algún momento».
Salellas también habló, por ejemplo, de ignorar normas como la de Educación, la ley mordaza o la del aborto. «La desobediencia a estas leyes y a tantas otras es un punto de partida claro de la ruptura con el Estado», insistió. Y advirtió de que, en cualquier caso, «un primer acto de ruptura [con España] debe producirse antes de la proclamación de un president o de la formación de un Govern».
Esa ruptura conllevaría, según la diputada electa Eulàlia Reguant, que se revirtiesen varias privatizaciones de la última legislatura catalana –ha hablado de hasta 10, pero no las ha detallado– y que se asumieran 39 medidas de choque que la CUP considera «imprescindibles para hacer frente a la precariedad, y que se pueden ejecutar de inmediato».
Entre ellas, la diputada subrayó la moratoria de desahucios y también impedir que «la gente se quede sin agua, luz, gas ni calefacción en invierno» mientras las empresas energéticas obtienen beneficios «pornográficos». La formación también apuesta por nacionalizar la banca.
Los diputados electos de la CUP usaron parte del tiempo de sus discursos para avisar a Junts pel Sí de que no aceptarán un cambalache con el Gobierno central. La «hoja de ruta» de la coalición que formaron Convergència y Esquerra dejaba abierta la puerta a negociar con Madrid en cualquier momento de los 18 meses que debía durar el proceso hacia la independencia; sin embargo, el partido anticapitalista pidió ayer que se fuerce «un punto de no retorno».
«Si seguimos usando las herramientas legales en cualquier momento podemos ser traicionados desde arriba con reformas», dijo Salellas. Y Busqueta añadió: «No queremos ser el relleno de una operación de pacto con el Estado, ni una reedición del pacto entre élites. Estamos aquí para cambiarlo todo».
Fue también el número tres en la lista de la CUP del 27-S quien habló más claro –si puede decirse así– sobre el futuro de Mas. El partido parece mantener su veto a que sea presidente de la Generalitat, aunque ayer no lo hizo explícito, y en los últimos días ya ha planteado fórmulas imaginativas como la Presidencia rotatoria o colegiada que no han gustado a Convergència.
«No estamos para buscar salidas personales a nadie», dijo en primera instancia Anna Gabriel. Pero Busqueta afirmó después que, aunque la CUP no quiere cargos, tampoco creen que el procés sea «el invento de una persona, su huida hacia adelante». «Ha ganado en primer lugar el sí a la independencia, en segundo lugar las dos formaciones que la defendíamos y en tercer lugar Junts pel Sí, que debe formar Gobierno. Puede decidir hacerlo en clave constituyente. No sobra nadie, caben las mejores personas, pero ahora hay que darle al proceso no sólo retórica, sino contenido», afirmó.