LIBERTAD DIGITAL 09/10/15
GUILLERMO DUPUY
No tengo ni idea de si la CUP respaldará finalmente la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalidad de Cataluña. De lo que nadie debería tener duda a estas alturas es de que los separatistas van a ir a más en su ilegal proceso secesionista con absoluta independencia de que este presunto delincuente continúe o no siendo el molt honorable presidente de la Generalidad.
Si afirmo tan categóricamente lo que al mismo tiempo considero una obviedad es porque muchos comentaristas creen –o quieren creer– que los últimos resultados electorales en Cataluña o la negativa de la CUP a hacer ahora una declaración de independencia o la posible salida de Mas de la presidencia de la Generalidad entorpece o incluso va a disipar el desafío que los nacionalistas han lanzado a nuestro Estado de Derecho.
En cuanto a los resultados electorales, estos comentaristas parecen no querer ver que las formaciones partidarias del falso derecho de autodeterminación han obtenido una amplísima mayoría, tanto en votos como en número de escaños. Cosa distinta es que las formaciones que querían darle un carácter plebiscitario a estas elecciones autonómicas –Junts pel Sí y la CUP– no superen en votos –cosa que sí logran en escaños– a los que han obtenido, sumados, todas las restantes.
Por otra parte, el hecho de que la CUP considere que «ahora no es el momento» de hacer la declaración de independencia no significa en modo alguno que renuncien a ello. Basta oír a Antonio Baños para darse cuenta de que los nacionalistas sólo renunciarán al derecho a decidir –falso derecho de titularidad consustancialmente colectiva que los nacionalistas sólo conceden a Cataluña pero no a Barcelona o a España– el día en que una mayoría del «pueblo catalán» decida lo que los nacionalistas quieren que decida.
Los nacionalistas podrán esperar a declarar la independencia, pero no por ello van a esperar, como de hecho no han esperado, a ese acontecimiento para seguir erigiendo ilegales estructuras de Estado o seguir haciendo caso omiso a nuestro ordenamiento jurídico y a las sentencias de nuestros más altos tribunales. La cacareada declaración de independencia no sería, en este sentido, más que otra ilegalidad de las muchas que los gobernantes nacionalistas perpetran en España impunemente. Ahora bien, el riesgo de que esa nueva ilegalidad se produzca y, lo que es infinitamente más grave, que el gobierno de España trate de evitarla con nuevas y más contraproducentes concesiones, sigue, no sólo intacto, sino fortalecido.
Y es que de poco servirá que Mas se vaya si lo sustituye alguien igual o peor que él. Y, sobre todo, de poco servirá que Mas se quede o se vaya si Rajoy o alguien como él sigue presidiendo el gobierno de España.