EL MUNDO – 26/10/15 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS
· Cuantes más encuestas aparecen, más impredecibles y fascinantes resultan las elecciones del 20-D. Sobre todo, porque el factor naranja –llamémosle por su nombre, Albert Rivera– es el único que crece mientras el PP, el PSOE y el hasta hace un año fulgurante Podemos –llamémosle por su nombre, Pablo Iglesias– se han estancado o bajan. Yo querría que ganara Ciudadanos, porque es el único que dice querer la regeneración del sistema constitucional español, aquejado de tres males: la corrupción judicial, el separatismo y la partitocracia.
Pero lo mejor de ellos, su resistencia frente a la síntesis de esos tres males que es el separatismo catalán, trufado de corrupción política y judicial, no es la razón por la que pueden votarle en el resto de España. Hace mucho que todo lo catalán, hasta lo bueno, se ve desde muy lejos. Si el 20-D Rivera puede ganar o elegir Gobierno –salvo resurrección del pacto de las perdices o de las damas, Soraya y Susana– será porque C’s ofrece una salida cómoda a un electorado que ve con horror a Podemos –y al PSOE por entregarles las grandes ciudades– y cree que el PP ha cumplido la que Rajoy define como su única tarea: salir de la crisis. ¿Y qué mejor definición del momento político para un país medroso que «el cambio sensato»?
El extremismo de Podemos ha arrastrado al PSOE, el pancismo de Rajoy ha limitado al PP a mera alternativa al Frente Popular y entre ambos se ha colado un Suárez, que, en vez de Aqua Velva, huele a Nenuco, a bebé recién bañado. Pero si Ciudadanos quiere durar más que UPyD debe ser algo más que la imagen de Rivera. Su programa catalán, necesariamente español, para remediar los males de nuestra democracia, se basa en devolver a la sociedad civil, a la nación de ciudadanos libres e iguales ante la Ley que debe ser España, el poder que le han arrebatado los partidos.
Y la experiencia demuestra que los partidos de Centro –UCD, CDS, UPyD, la Internacional centrista del PP– no han sobrevivido al éxito de su equidistancia ideológica –real o forzada–, ni siquiera de su eficacia gestora al gusto tecnocrático de la Derecha. ¿Y puede ser algo más que una cómoda ilusión un partido como C’s, que predica la urgente regeneración ética del sistema, si Rivera se sienta a esperar el desgaste de PP y PSOE? Lo dudo. Al centro se le vota en presente, no en futuro.