EL MUNDO 26/10/15 – MANUEL MANDIANES
· El eslogan ‘más que un club’ del FC Barcelona quiere decir que el compromiso del equipo con los catalanes va mucho más allá de la actividad deportiva: es símbolo y parte del hecho diferencial catalán.
No resulta posible explicar los éxitos y el altísimo nivel de calidad alcanzado por el FC Barcelona sin tener muy en cuenta el trabajo cotidiano y casi anónimo realizado durante más de 30 años en la Masía, la escuela de futbolistas de la que se nutre el Barça. «Algo que no sólo se aprecia en su manera de jugar sino en sus actitudes y comportamiento [de los futbolistas]… Si el Barça es algo más que un club es también gracias a que la Masía es más que una cantera», se lee en La Vanguardia. La dimensión mitológica de la Masía, elevada a axioma antropológico a causa de la coincidencia de un grupo excepcional de jugadores, alimenta la utopía de una fuente inagotable de talentos sucesivos y hereditarios. La cúpula de la Generalitat asistió a la inauguración de las nuevas instalaciones de la Masía. Y Rosell dijo en la ocasión: «El Barça inauguró a lo grande su futuro. La nueva Masía del Siglo XXI se convierte en una marca mundial. El Barça transmite esencias en el estreno oficial de su nueva casa de los sueños». «La Masía es un símbolo de la catalanidad, casi como Montserrat», oí decir.
Cuando hay partidos internacionales en el Camp Nou, los nacionalistas catalanes reparten con frecuencia panfletos u octavillas entre los que van a entrar al campo con esta inscripción: «Catalonia is not Spain». Cuando la Federación rebajó las sanciones al entrenador del Madrid se pudo leer: Se le rebajó «de tres a dos partidos por razones de pura hermenéutica… Todo el razonamiento es una filigrana de alta escuela. Con una coherencia admirable aplica a un asunto futbolístico el mismo trato que la España moderna dispensa a Cataluña», escribió Solsona. «Siempre estaremos al lado de nuestro país [Cataluña] y de la voluntad [política] de su pueblo. Defendemos el derecho a decidir porque forma parte de los derechos fundamentales que deben de tener las personas y todos los pueblos… Somos más que un club. Somos un club catalán y catalanista. Por historia, por identidad y por convicción… La institución siempre será fiel a sus convicciones y a sus raíces. Defendemos el derecho de los pueblos a decidir su futuro. Defendemos la voluntad de la mayoría, respetando a la minoría… Hemos reforzado los lazos con las instituciones de Cataluña y hemos colaborado en la difusión de los valores del club y del país», ha dicho Rosel (diarios, 6-10-13). Los hinchas se toman a sí mismos por los guardianes de las esencias de la identidad y, por eso, las instituciones los protegen aunque sea a escondidas. El Barça es el buque insignia del nacionalismo catalán.
El Barça quiere hacer un columbario en sus terrenos. «Si hay un conflicto de herencia a la vista, el culé podrá dejarlo todo a su club y ahorrarse preocupaciones y controversias fratricidas… Si en todas partes existen cementerios religiosos, la fe barcelonista también debe tener su propio escenario para enfrentarse al tránsito metafísico de la muerte… convendría que se expliquen los detalles y se especifique si habrá lista de espera, si tendrán prioridad los socios, cuántos años de cotización serán necesarios, si habrá zona de fumadores y si, teniendo en cuenta la placidez que se le atribuye a la otra vida, habrá grada de animación mortuoria o no», dice Pamiès.
Dos de las obsesiones de Jordi Pujol fueron siempre el control de La Vanguardia y del Barça. «El presidente tiene la obligación de vigilar por la independencia del club que pertenece a los socios y éstos son de todos los partidos políticos», decía Núñez. Sandro Rosell, presidente del Barça, en su visita a Nueva york, en la sede de la ONU, dijo: «El FC Barcelona es un club de Cataluña donde la democracia, la paz y la convivencia son valores de nuestra identidad». «Las victorias del equipo son el orgullo de la dama-nación, mientras que la derrota del equipo implica el oprobio de la nación», escribe Puigverd.
«Nuestro país (Cataluña) está plagado de referentes y quizás el problema es que sólo somos capaces de encontrarlos en el mundo del fútbol», escribe Golobart. El eslogan «más que un club» quiere decir que el compromiso del club con el pueblo catalán va mucho más allá de su estricta actividad deportiva; es símbolo y parte del hecho diferencial catalán. «El Barça es una referencia para los catalanes, nos refleja y forma parte de la nación. Cataluña, para mucha gente, es una nación… El Barça es el exponente para demostrar lo que es Cataluña. Sin el Barça sería difícil mostrar lo que es Cataluña». Cuando el Barça presentó la camiseta/senyera, el president Mas dijo: «Un acto de servicio al país» (diarios, 7-6-13). El Barça y sus seguidores son quienes mejor y más abiertamente expresan la ideología nacionalista catalana. Decía Vázquez Montalbán: «El Barça es el ejército simbólico desarmado de Cataluña». Las características del Barça son: «Catalanidad, democracia y universalidad». Durante un siglo, el Barcelona ha sido crisol integrador y válvula de escape de Cataluña. El Barça es el club más utilizado para proclamar consignas políticas. Los mensajes llegan mucho mejor a través de un equipo bandera que de mítines políticos. En Homo ludens, Huizinga califica la confusión entre juego y política de infantil y peligrosa.
Hay edificios, monumentos y equipos que son símbolos de su ciudad. El Real Madrid y el Barça son símbolos de Madrid y de Barcelona, y mucho más que eso. Madrid y Barcelona, España y Cataluña discuten, se agreden y se relacionan a través de sus respectivos equipos de fútbol. Se aprovechan los clásicos, expresión máxima de la tensión, para exhibir la bandera nacionalista. En el 2012, las organizaciones y asociaciones independentistas, han pedido que los aficionados vayan con la estelada, la bandera independentista. En respuesta, hinchas del Madrid, nacionalistas españoles, piden al presidente del Real que, si eso ocurre, se retire del palco del club azulgrana. El fútbol y la patria van con frecuencia unidos; y tanto los dictadores como los políticos demócratas especulan con esos vínculos de identidad. La situación de 2012 ha teñido de política el partido, las gradas se vistieron con la estelada (la bandera independentista catalana). Justificando el hecho, dijo Mas: «En momentos excepcionales, decisiones excepcionales».
«Los partidos entre el Real Madrid y el Barça llegan apoteósicamente como el anticiclón de las Azores y las depresiones psicológicas», decía Montalbán. La tensión no existe sólo en el campo, entre los hinchas, sino que es fomentada por algunos medios de comunicación, por ejemplo, por TV3, con un programa en donde se veían hienas, metáforas de los jugadores del Real Madrid, persiguiendo a Messi por la pradera del Camp Nou o del Bernabéu. El nacionalismo, a través del fútbol, pone en práctica aquello del Evangelio: «Quien no está conmigo está contra mí». Las alabanzas a la cantera son casi un canto místico en honor del hecho diferencial, en contra del Real Madrid que es un equipo de mercenarios.
EL HOMBRE ES un material amorfo que se puede manipular a gusto con técnicas adecuadas y validas según las circunstancias. Un partido de fútbol es una de las circunstancias propicias para la manipulación. Lo saben bien los políticos, especialmente los nacionalistas. El fútbol no enfrenta al personal con hechos pasados sino con un conjunto de emociones que se relacionan con un sentimiento nacionalista antes que con una verdad histórica. La sensación de pertenencia es una de las razones de su atracción y capacidad de aglutinar masas y, al mismo tiempo, de convertirse en un acto de enfrentamiento y en una guerra aunque sea simbólica y ritualizada. Los equipos son soportes de una guerra larvada, de violencia simbólica, de conflictos no resueltos.
Atacar a los representantes de uno de ellos no es atacar una realidad tangible, visible, cuantificable, sino que es atacar un símbolo. Los hinchas se reúnen a las puertas de los juzgados para pedir no justicia sino la libertad de alguna de sus estrellas y presidentes cuyas cuentas con el fisco, al parecer, no están del todo claras. Las manchas, los traspiés o las derrotas del Barça pueden traducirse en un desdoro del nacionalismo.
Manuel Mandianes es antropólogo del CSIC, escritor y teólogo. Autor del blog: diario nihilista. Su último libro, Viaxe sen retorno.