EL MUNDO – 03/11/15 – ARCADI ESPADA
· Carmen Guisasola es una persona famosa. En nuestros días. Porque durante mucho tiempo vivió en el extremo contrario, en la clandestinidad hermética y forzosa. Desde que el año pasado salió de la cárcel aparece con relativa frecuencia en los periódicos. Ayer la entrevistaba el diario El País.
Lo hacía, naturalmente, con la retórica que se emplea con las personas famosas, incluido el posado falso casual sobre un paisaje de muros húmedos y desconchados, abertzale, que habrá costado encontrar en la ya muy limpita y burguesa San Sebastián.
No discutiré la oportunidad de la entrevista. Ni, mucho menos, la fama de la señora Guisasola. Todo lo contrario: lo que creo es que sus apariciones en los medios no hacen, precisamente, justicia a su fama. Parece indiscutible que si ayer ocupaba de arriba abajo la portada del diario más difundido de España se debe a su carácter de arrepentida. Bien está. Pero eso supone, siendo generoso, el 50% de su fama. El otro 50% debería provenir del objeto de su arrepentimiento, que son sus crímenes, entre ellos cuatro asesinatos por los que fue condenada a 24 años de cárcel, y de los que se da escueta mención en media línea.
Así pues no tengo más remedio que dar una rápida instrucción odontológica para este género de los arrepentidos que se está imponiendo. Se funda en un respeto elemental al orden cronológico de los hechos e incluso a la retórica elemental de la confesión. Primero la muerte –descrita como no está– y luego el yo pecador —descrito como está—. Primeras cinco preguntas, por lo tanto: qué, quién, cómo, cuándo y dónde de la muerte. Si no se le ocurren al periodista, que es muy posible, deberían ocurrírsele al arrepentido. En especial, para que el lector juzgara la calidad de su arrepentimiento.
Instrucción aparte, tengo una sugerencia que facilitaría mucho las cosas a los prohombres de la información. Una lista de ex asesinos. Están de moda las listas y no entiendo cómo no se le ha ocurrido a nadie. Pero lo cierto es que, interesado por el asunto gracias a la entrevista (¡efectos colaterales!), no tengo dónde buscar fácilmente los crímenes de Carmen Guisasola. Por el contrario, los nombres de sus víctimas están a un tiro de web. Me dice la abogada Carmen Ladrón de Guevara que mi sugerencia es complicada, por la ley de protección de datos. Claro: no hay ex muertos.
La perversa confusión de que la memoria de los muertos sea compatible con el derecho al olvido de los que siguen viviendo.
EL MUNDO – 03/11/15 – ARCADI ESPADA