EL MUNDO – 20/11/15
· Valls alerta sobre ataques químicos tras anunciar la muerte de Abaaoud.
· Francia lamenta el fallo de Inteligencia de la UE.
Fue un asedio salvaje, que duró siete horas, en el que se dispararon más de 5.000 balas, en el que se lanzaron granadas, en el que hubo ráfagas de AK-47, en el que los policías franceses encontraron una resistencia feroz por parte de los terroristas, en el que en un momento dado –tras volarse por los aires una mujer kamikaze– el suelo del apartamento en el que permanecían atrincherados los terroristas colapsó y se derrumbó sobre el piso de abajo… Pero el cadáver que un robot antiminas enviado por los agentes de los servicios especiales galos localizó acribillado en medio de los escombros, entre amasijos de hierros, cascotes de cemento y restos varios, ha resultado ser el del cerebro de los atentados de París del viernes pasado, la mente detrás de la muerte de 129 personas.
Un comunicado de la Fiscalía General de la República Francesa así lo confirmó: Abdelhamid Abaaoud, de 28 años, de nacionalidad francesa, origen marroquí y residente en Bélgica, la persona que, según todos los indicios, planeó los atentados de París, el tipo implicado en al menos cuatro de los seis atentados frustrados por la policía francesa desde la pasada primavera hasta ahora –incluido el del tren que iba de Amsterdam a París–, murió el miércoles durante la operación policial puesta en marcha tras recibir las fuerzas de seguridad un chivatazo que indicaba que el sujeto en cuestión se ocultaba en un apartamento de la localidad de Saint Denis, al norte de París. El primer ministro, Manuel Valls, lo anunciaba ayer en la Asamblea nacional, en medio de los aplausos del Hemiciclo.
Las huellas dactilares, enviadas por las autoridades francesas a Bruselas, han permitido la identificación de Abaaoud. Lo que sin embargo se desconoce es exactamente cómo murió: su cadáver estaba tan deteriorado que por ahora no es posible saber si falleció acribillado en medio de aquella tormenta de balas o a causa de una granada. Ni siquiera se descarta que, como hiciera la mujer kamikaze, se volara por los aires mediante un cinturón cargado de explosivos.
Pero la buena noticia de su identificación enseguida daba paso al reproche, verbalizado por el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve. Las autoridades francesas se preguntan cómo es posible que un yihadista tan peligroso como Abaaoud, conocido por todos los servicios de Inteligencia de la UE, regresara a Europa tras haber marchado a Siria en 2014 y nadie se molestara en avisar a París de ese pequeño detalle.
Cazeneuve se quejaba ayer de que únicamente, 48 horas después de los atentados, un solo país, y para más inri no europeo, se dignó informar a Francia de que, tras su estancia en Siria, Abaaoud había entrado de nuevo en Europa a través de Grecia.
«No nos fue comunicada ninguna información procedente de países europeos que sugiriera que podía haber entrado en Europa», se lamentaba en la rueda de prensa que concedió tras confirmarse la identidad del terrorista muerto en el asalto del miércoles en Saint Denis. «Sólo el 16 de noviembre, tras los atentados de París, el servicio de Inteligencia de un país fuera de Europa nos indicó que estaba al corriente de su presencia en Grecia».
La confirmación de que Abaaoud es uno de los dos terroristas que el miércoles murieron durante la operación policial llevada a cabo en Saint Denis llegaba poco después de que la Asamblea Nacional diera luz verde a la solicitud de ampliar durante tres meses el estado de excepción declarado por el presidente François Hollande tras los atentados del viernes en París, y que en teoría sólo puede decretarse durante 12 días. Manuel Valls era el encargado, en calidad de primer ministro, de defender esa proposición de ley que ahora tiene que aprobar el Senado y que incluye fuertes medidas restrictivas de los derechos y libertades civiles.
Evocando «una nueva guerra» y aludiendo a la «imaginación macabra» de los «jóvenes radicales», el primer ministro advirtió del riesgo de que Francia sufra un ataque terrorista con «armas químicas o biológicas». «No podemos descartar nada», dijo. «La imaginación macabra de los cerebros terroristas no tiene límites: rifles de asalto, decapitaciones, bombas humanas, cuchillos (…). Existe también el riesgo de armas químicas o bacteriológicas», subrayó. Valls precisó en cualquier caso que «la primera arma de esta nueva guerra es el terror». Pero, por si acaso el sábado pasado, sólo un día después de los atentados de París, las autoridades francesas ordenaron a través de un decreto a las farmacias del Ejército la distribución a los servicios de protección civil de un antídoto contra las armas biológicas.
El jefe del Ejecutivo francés lanzó así mismo un tirón de orejas a la Unión Europea, defendiendo una mayor vigilancia sobre los movimientos de las personas, abogando por un intercambio fluido de información y por mayores controles de identidad de los pasajeros de avión. Todo ello, con vistas a la cumbre de ministros del Interior de la UE que tendrá lugar hoy y en la que está previsto que se decida un refuerzo inmediato, sistemático y coordinado de los controles en las fronteras externas el espacio Schengen, al que también estarán sometidos todos aquello que tengan derecho a la libre circulación dentro de esa zona. Al menos, eso es lo que se lee en el borrador que se discutirá en este consejo extraordinario convocado en respuesta a los atentados terroristas contra París.
Y, tras la confirmación de la muerte de Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los ataques contra París, una gran incógnita continúa flotando en el aire: el paradero de su amigo de la infancia, Salah Abdeslam, con quien creció en el barrio belga de Molenbeek, considerado por las autoridades francesas como el octavo terrorista de los atentados del viernes. Algunos rumores apuntan a que la operación policial del miércoles en Saint Denis se habría saldado con un tercer muerto y que éste sería Abdeslam, pero por el momento no hay ninguna confirmación oficial al respecto.
Golpeados por el terror, los franceses respaldan a su presidente. Un sondeo del diario Le Parisien señala que tres de cada cuatro franceses (73%) valora positivamente la actuación de Hollande tras los atentados. Pero sobre todo, la población valora positivamente las nuevas medidas antiteroristas. El 91% de encuestados aprueba que se pueda revocar la nacionalidad francesa a aquellas personas con doble pasaporte que constituyan un peligro para la seguridad nacional.
EL MUNDO – 20/11/15