EL MUNDO – 22/11/15
· El Gobierno belga decreta la alerta máxima ante el peligro de un atentado «inminente» La Inteligencia sospecha que Salah Abdeslam lleva ocho días escondido con un cinturón explosivo.
Bruselas, la capital europea que alberga las principales sedes de las instituciones comunitarias y el cuartel general de la OTAN, quedó ayer paralizada por culpa de la amenaza del terrorismo. La ciudad amaneció con un incremento en la escala del nivel de alerta terrorista que pasó del 3 al 4 (el nivel máximo) o, lo que es lo mismo, de una situación de «riesgo real» a una de «peligro por atentado inminente».
Todo ello, ante la sospecha de los servicios de Inteligencia belgas de que el octavo terrorista de París, Salah Abdeslam, podría llevar ya ocho días escondido en la capital comunitaria en posesión de un cinturón con explosivos que no habría hecho detonar en los ataques en la capital francesa. Así lo dio a entender la abogada de Hamza Attou, uno de los dos individuos –el otro era Mohamed Amri– que trajeron a Abdeslam de vuelta a Bruselas en la madrugada del sábado 14, pocas horas después de los atentados de París. Según relató Attou, Abdeslam se mostró «muy nervioso» durante todo el trayecto, en el que se instaló en el asiento trasero vestido con un abrigo muy espeso bajo el cual podría haber llevado puesto dicho cinturón.
Según indicó la letrada de Attou, Carine Couquelet, en una entrevista a la cadena francesa LCI, los tres «apenas hablaron» en un viaje que, en coche, se hace en aproximadamente tres horas. Según aseguró Attou a su abogada, él no vio el cinturón de explosivos y afirma que al llegar a Bruselas paró en el distrito de Laeken, donde se encuentra el estadio Rey Balduino, para dejar a Abdeslam. Attou y Amri fueron detenidos el lunes y se encuentran en la prisión de alta seguridad de Brujas, informa Efe. El joven, de 21 años, no había hablado hasta ahora e incluso negó estar al corriente de la implicación de Abdeslam en los ataques de París.
Pero lo más sorprendente, sin duda, fue su revelación de que los tres individuos fueron controlados hasta en tres ocasiones en Francia volviendo de París y, en todos ellos, la autoridades les dieron el visto bueno para seguir con su ruta pese a verificar sus identidades. Además de Abdeslam, la policía belga estaría tratando de dar con una segunda persona que podría ser Mohamed K., ciudadano de las Antillas que vivía en Roubaix, en el norte de Francia, y que habría confeccionado los cinturones con explosivos utilizados el viernes 13.
Mientras, la policía belga encontró ayer armas en el domicilio de la tercera persona acusada en Bélgica de estar vinculada a los atentados de París, A. Lazez. Según la Fiscalía, Lazez proporcionó apoyo logístico en Bruselas a Abdeslam.
Tras una semana de reproches en la prensa internacional y un severo toque de atención desde Francia debido a su aparente laxismo frente a la amenaza terrorista, el Gobierno belga decidió poner en marcha ayer una movilización de recursos sin precedentes para mantener la seguridad en la capital. Según explicó en una breve comparecencia el primer ministro del país, Charles Michel, el incremento de la alerta terrorista en la región de Bruselas capital y en la comuna de Vilvoorde, cercana al aeropuerto de la ciudad se decidió a la luz de «informaciones sobre un riesgo de atentados similares a los de París». Sin dar demasiados detalles por motivos de seguridad, Michel detalló que el riesgo conlleva posibilidad de un ataque de «individuos con armas y explosivos». Eso sí, también hizo hincapié en que, pese a la gravedad del momento, no había «que ceder ante el pánico» y pidió a la población extremar la precaución.
Y así lo hicieron los habitantes de la capital belga, que ayer, por momentos, pareció una ciudad fantasma. Un millar de soldados reforzaron el dispositivo policial, confirmaron ayer las autoridades. Es el doble que hace una semana. El metro y varias líneas de tranvía fueron cortadas a primera hora de la mañana y permanecerán así al menos hasta esta tarde, cuando habrá una reevaluación del riesgo por parte de las autoridades. La estación de Schuman –en el corazón de las instituciones europeas– fue cerrada y los trenes no tenían ayer autorización para detenerse. Una medida habitual cuando se celebran cumbres europeas en el edificio del Consejo Europeo, ubicado en la superficie. También cerraron museos, grandes almacenes y comercios de zonas especialmente transitadas, como la céntrica Rue Neuve, o el centro comercial de Woluwé.
Además, se anularon todo tipo de acontecimientos culturales, entre ellos un multitudinario concierto del artista Johnny Hallyday. Varios bares y discotecas decidieron permanecer cerrados y se anularon también varias competiciones deportivas tanto a nivel profesional como aficionado. Tan sólo la liga de fútbol belga, tanto en primera como en segunda división, decidió mantener los partidos a expensas de lo que decretaran en cada caso las autoridades competentes. En el caso del Lokeren-Anderlecht y el Mouscron-Charleroi, se optó por anular los encuentros igualmente.
«Tenía una competición de natación con mi club pero nos dijeron que no podíamos ir a la piscina», explicaba a EL MUNDO Thibault. Maxime, que ya tuvo que privarse de asistir al Bélgica-España en el estadio Rey Balduino –fue anulado el pasado martes–, lamentaba que se hubiese pospuesto también el partido de fútbol de su equipo amateur. «Entiendo que la seguridad deba prevalecer, pero no me gusta la idea de que estemos cediendo ante el terror», aseguraba el joven.
Marie-Noël, madre de dos hijos, relataba que había preferido no llevar a uno de ellos a un cumpleaños que debía celebrarse en un restaurante de comida rápida, por «no sentir que la seguridad está garantizada en estos momentos». A última hora de la jornada, varios restaurantes optaron por cancelar sus reservas y los cines hicieron lo propio con sus proyecciones.
EL MUNDO – 22/11/15