EL MUNDO – 05/12/15
· Sin ser la candidata oficial, Sáenz de Santamaría asume un papel protagonista para tapar las carencias de Rajoy ante la nueva política.
La vicepresidenta del Gobierno y número dos por Madrid, Soraya Sáenz de Santamaría, se sabe en el ojo del huracán y ni le inquieta ni le molesta. Después de que Madrid amaneciera ayer llena de carteles electorales con su imagen, haciendo sombra al propio Mariano Rajoy, fuentes de su entorno reconocieron que va a tener un protagonismo especial en la campaña. Allá donde el presidente no llegue, llegará ella, según se admite en Vicepresidencia.
Este insólito binomio, el alumbramiento de la primera campaña bicéfala, quedó demostrado con la decisión del presidente de delegar en ella la representación del PP en el debate a cuatro, con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, que el lunes organiza Atresmedia. La ausencia de Rajoy en este formato ha sido una de las decisiones más difíciles del equipo de campaña. Se impuso el criterio mayoritario de evitar a toda costa su foto con la nueva generación de políticos españoles. Ante esta circunstancia, se dilucidó que asistiera Soraya Sáenz de Santamaría porque con ella, pensaron, se gana más que se pierde.
Según un miembro del Gobierno, se trata de una decisión natural porque es la persona que tiene en la cabeza el trabajo de la legislatura. Hay cosas que plantean el PSOE o Ciudadanos que ya se han hecho y ella es quien puede defenderlo. Esta opinión es compartida en el partido, que no ve nada extraño en su promoción. Ni menos aún en los carteles: 1.400 de Rajoy y los mismos de Soraya. No los hubo en 2011 y la explicación oficial es que el protagonismo se le da sólo como vicepresidenta, como en su momento sucedió con Aznar y Rato. También es verdad que en aquellos años «el candidato era el candidato», sin binomios de ningún tipo.
Al margen de la jerarquía, de su condición de vicepresidenta e incluso de su buena valoración pública, hay dos circunstancias más que, según fuentes populares, la convierten en el complemento indispensable de Rajoy en la campaña y en la persona idónea para el debate a cuatro. Una, que es de la misma generación que Sánchez y apenas unos años mayor que Rivera e Iglesias, lo que ayuda a neutralizar a un candidato mayor y más alejado del signo de los tiempos como es Rajoy. Y dos, que es mujer. Para el PP esto puede resultar clave. Si Miguel Arias Cañete la pifió en el debate de las elecciones europeas al destilar cierto machismo frente a Elena Valenciano, ahora el riesgo de pasarse de listos lo tienen Sánchez, Rivera o Iglesias.
Convencidos internamente de que lo hará muy bien y de que el debate con ella va a ayudar a los intereses de Rajoy y del PP, en el partido y también en el Gobierno niegan cualquier jugada sucesoria en estos movimientos. Primero, y en esto hay mucha unanimidad, porque lo del dedazo se ha acabado. El próximo líder del PP se elegirá en un congreso abierto. Y Sáenz de Santamaría no es precisamente la persona que más simpatía causa entre los cuadros del partido.
Durante toda la legislatura se le ha reprochado que en los temas espinosos se pusiera de perfil y que no ejerciera como pararrayos de las críticas a Rajoy, Este reproche es muy mayoritario y para algunos esconde la razón de su reciente exposición mediática. El Hormiguero, Planeta Calleja y mañana la portada de Yo Dona son, según fuentes del partido, la manera de redimirse; de que, pase lo que pase el 20 de diciembre, nadie le pueda afear que no ha dado la cara.
Volcados en la campaña y temiendo como al diablo que Ciudadanos no adelante al PSOE definitivamente en las encuestas para que no se consolide como alternativa, en el PP no se da ningún pábulo a las teorías sucesorias, más que nada porque nadie tiene ni idea de qué ocurrirá el 20 de diciembre. Sí es cierto que algunos hacen sus quinielas pero no todas pasan por la derrota. En caso de gobernar hay quien piensa que Rajoy necesitará un presidente del Congreso con una capacidad de diálogo similar a la que atesora Santamaría y también un vicepresidente del Gobierno con más peso político que ella. Pero también hay quien no alberga dudas de su continuación como vicepresidenta.