EL MUNDO – 31/01/15 – EMILIA LANDALUCE
· Los presidentes autonómicos salen por Nochevieja con sus largos discursos de audiencias mínimas.
Una de las peores consecuencias del café para todos son los discursos para nadie de los presidentes de las comunidades autónomas, ese mundo de largos mensajes y audiencias mínimas. La multiplicidad de las administraciones nos ha legado una burocracia difícil de tragar –el x17 de las taifas autonómicas, mil millones al año dedicados a las 13 televisiones públicas regionales– y una suerte de reyezuelos que puntualmente salen por Nochevieja para endosar su discurso.
Los presidentes autonómicos colocan a sus ciudadanos y ciudadanas –cántabros y cántabras…– un discurso que pretende emular al que el Rey nos dedica en Navidad, salvo que ellos [como Franco, por cierto] prefieren hacerlo en vísperas de Nochevieja. ¿Acaso no les parece suficiente tortura con una alocución solemne al año? Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León, es el único que nunca ha querido hacer nada semejante, y Fernando Clavijo (Canarias) parece haber escuchado el sentir ciudadano y ha renunciado a pronunciar mensaje alguno.
Se trata, en definitiva, de un alarde similar al que les hace construir aeropuertos y puentes de Calatrava. A la manera de Luis XIV, el Rey Sol, las autonomías son ellos.
Este año, los primeros en dirigirse al pueblo han sido José Ignacio Ceniceros (La Rioja), Pedro Antonio Sánchez (Murcia), Uxue Barkos (Navarra) y el inevitable Miguel Ángel Revilla (Cantabria), que el martes no se refirió a las anchoas, sino a asuntos tan manidos como «la responsabilidad» que se le «ha encomendado» y que aspira a consolidar «un sistema económico capaz de generar empleo estable y de calidad, con salarios dignos para asegurar el bienestar individual y familiar», además de hacer hincapié en la llegada del «tren de altas prestaciones». Un asunto el del ferrocarril que también recoge el discurso del presidente de Murcia. ¡Sapristi, qué cosas tan raras se les ocurrían a Rivera y Garicano! Mira que decir que en España no hacía falta más AVE.
Ayer fue el turno de Guillermo Fernández Vara, Susana Díaz, Artur Mas, Ximo Puig, Francina Armengol y Cristina Cifuentes.
La presidenta de la Comunidad de Madrid habló desde la Real Casa de Correos, en donde ha instalado el bosque de los deseos: 23 abetos y un cedro del que los votantes han colgado sus peticiones para el año 2016. Ella escribió que quería trabajo para los 461.636 madrileños en paro, pero los ciudadanos han deseado otro tipo de cosas. «Que a Carmena le parta un rayo», por ejemplo.
Fernández Vara, hombre sensatísimo, advirtió rodeado de los muchachos de la Escuela Municipal de Música de Campanario que aflorarían tensiones territoriales por la financiación de las autonomías. El presidente de Extremadura fue de los pocos que se salió de los tópicos buenrollistas de la socialdemocracia de perogrullo –igualdaz, fraternidaz–, pero la sinceridad suele cobrar un alto precio a los políticos. A Churchill, el único jefe de Gobierno que prometió sangre, sudor y lágrimas, le echaron pese a ganar la Segunda Guerra Mundial.
Los discursos más esperados eran los de Artur Mas y Susana Díaz. Como es natural, el president en funciones de la Generalidad no hizo alusión alguna a su mentor Jordi Pujol –tendrá que declarar por blanqueo de capitales en la Audiencia Nacional– y persistió en su desvarío secesionista. Se notaba que había grabado antes de la votación de la CUP.
Por su parte, Puig (Comunidad Valenciana) concluyó que «reformar la Constitución es el mejor camino para defender sus principios».
La presidenta de Andalucía habló desde la Universidad de Sevilla. El año pasado lo hizo desde Almería. Los técnicos de Canal Sur debieron de quedar tan exhaustos tras la tensión que se olvidaron de retransmitir las uvas.
Para escuchar a Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Alberto Núñez Feijóo (Galicia), Javier Lambán (Aragón), Iñigo Urkullu (País Vasco) y Javier Fernández (Asturias) tendremos que esperar a esta noche.
No habrá demasiadas sorpresas. Hace dos años, Fabra, Monago, Bauzá y González, entonces barones peperos, aprovecharon sus discursos de fin de año para desafiar al presidente y a Montoro por la financiación de sus comunidades. Entonces, Rajoy guardó silencio. Afortunadamente, este año hará lo mismo.
EL MUNDO – 31/01/15 – EMILIA LANDALUCE