ABC 13/01/16
· Un saudí, que entró en Turquía por Siria, se hizo estallar ayer cerca de la Mezquita Azul matando a diez turistas –nueve, alemanes– e hiriendo a quince
Turquía se vuelve a vestir de luto. Ni los cientos de arrestos, ni el aumento de las medidas de seguridad tras los últimos atentados yihadistas han podido parar una nueva tragedia. Y esta vez, a diferencia de las anteriores, el objetivo de los terroristas han sido los turistas extranjeros.
Al menos se han producido diez víctimas mortales y quince heridos tras el ataque suicida de ayer en la céntrica plaza de Sultanahmet, según confirmaba en rueda de prensa el vice primer ministro de Turquía, Numan Kurtulmu. Entre las víctimas mortales hay nueve ciudadanos alemanes ym, posiblemente, un peruano. La lista de los heridos incluían, entre otras, las nacionalidades noruega y peruana.
La explosión se produjo a las 10.20 hora local (09.20 en España) y se pudo sentir desde más de un kilómetro a la redonda. «Se escuchó una explosión muy grande y luego mucha gente que iba alocada de un lado para el otro. Nosotros decidimos quedarnos aquí dentro y al final no pasó nada más», explicaba a ABC Mehmet Hizir, camarero de un restaurante junto al obelisco de Teodosio. Este lugar, junto a la Mezquita Azul y no lejos de Santa Sofía, es donde el terrorista ha detonado su chaleco de explosivos al aproximarse a un grupo de visitantes alemanes que seguían a una guía turística local. «No hay duda de que esto va a ser muy malo para los turistas y para el negocio», añadía.
«Nosotros estábamos saliendo de Santa Sofía cuando oímos una explosión muy potente, tan potente que imaginamos directamente que era una bomba», aseguraba el turista argentino Martín Millonschik. «Enseguida la Policía comenzó a cerrar las rejas de Santa Sofía. La gente empezó a correr y nosotros ya estábamos fuera y al principio no supimos muy bien qué hacer. Finalmente salimos a la calle del tranvía y llegamos al hostal».
El primer ministro, Ahmet Davutoglu, afirmó que el atacante suicida era un «miembro de Daesh» nacido en 1988. Según Davutoglu, su perfil no estaba en la lista de sospechosos yihadistas. El Ejecutivo sostiene que había entrado en el país a través de la frontera siria. Los medios locales, por su parte, han publicado que el yihadista respondía al nombre de Nabil Fadli y que era un ciudadano nacido en Arabia Saudí.
A lo largo de la jornada, Estambul trató de recuperar la calma de su rutinario caos urbano, como cualquier otra jornada. Sin embargo, en Sultanahmet desaparecieron durante todo el día las visitas guiadas de turistas, muy comunes en cualquier otro momento.
El tranvía que llega justo hasta la estación al lado de la Mezquita Azul volvió a funcionar apenas dos horas después de la explosión. Las inmediaciones del atentado, en cambio, continuaban acordonadas por la Policía al cierre de esta edición. «Claro que te da algo de miedo, aunque aquí no nos hemos enterado de nada, la familia te
pregunta desde casa. Notas que hay más miedo allí que aquí», explicaba una turista inglesa que quería saber más sobre el ataque.
La industria del turismo es una de las más importantes del país. En 2014 facturó más de 30.000 millones de euros. Turquía es el sexto destino preferido en el mundo y atrae a cerca de 40 millones de visitantes al año.
Con la crisis diplomática abierta con Rusia, y la consiguiente reducción de turistas rusos, que suponen una parte importante del total, las perspectivas ya se presentaban difíciles para este nuevo año. Y ahora el atentado en el corazón de Estambul promete complicar aún más las cosas en un país con el ambiente social crispado, al que se le acumulan los problemas y en el que la violencia continúa aumentando paulatinamente.