Tiro de cámara

ABC 27/01/16
IGNACIO CAMACHO

· En el PSOE temen que Iglesias aproveche el bloqueo de la investidura para ofrecerse como candidato a presidente

NO querían cargos y han pedido una vicepresidencia y cinco ministerios. No querían subvenciones y exigieron cuatro grupos parlamentarios. No querían prebendas y formaron un lío por la Mesa del Congreso. No querían sillones y arman una zapatiesta por los asientos del hemiciclo. Caramba con la nueva política. De momento se parece demasiado a la vieja.

En la mentalidad adanista de Pablo Iglesias, la única diferencia entre el tiempo viejo y el nuevo consiste en su propio protagonismo. El cambio que propone es por sustitución; no aspira a liquidar el bipartidismo sino a remplazar una de sus patas, concretamente la izquierda. Para ello aplica una estrategia de sobredimensionamiento aprovechando su excesiva cuota de pantalla y su dominio de las redes sociales. Una se la han regalado y el otro lo ha conquistado él, y con ambos se ha construido un pedestal de opinión pública sobre el que alzarse a una especie de mayoría simbólica. Tiene 69 diputados, un quinto del Congreso, pero actúa como si hubiese ganado las elecciones, investido de una falsa legitimidad victoriosa. En el acomplejado Partido Socialista hay estos días gente temerosa de que aproveche el bloqueo de la investidura para dar otro salto adelante y proclamarse ante el Rey candidato a presidente. Desde luego no le falta intuición para aprovechar los vacíos: toda su fulgurante trayectoria se basa en el arrojo para ocupar los espacios que los demás le van dejando.

El pataleo de ayer se debe a que alguien en la Cámara decidió no cederle también el sitio físico, y responder a su crecida mandando a sus diputados al gallinero de la sala. Un pacto de baja intensidad para bajarle los humos haciéndole ver que 253 escaños son más que 69. Si le salen bien los planes no le va a importar porque tanto él como sus pretorianos tendrán acomodo en el banco azul del Gabinete, pero no iba a desperdiciar la ocasión de victimarse, de armar ruido con toda la potencia mediática a la que se ha acostumbrado. El hombre que rechaza los privilegios convirtió un vulgar, literal reparto de sillas en una cuestión de Estado, una batalla moral y política. El búnker contra el pueblo y tal. Nadie salió a decirle que estaba peleando por una posición preferente en el tiro de la única cámara que le importa. La de la tele.

Antes al contrario, el presidente de las Cortes le enjaretó las culpas a Celia Villalobos y le dio a Podemos de palabra la razón que su partido le había quitado de obra. Los socialistas dividieron su voto para que su mano derecha no supiese lo que hacía la izquierda; con una abofetearon a Iglesias mientras le tendían la otra. Que se enfade lo justo, que se cabree un poquito pero no lo bastante para romper la baraja. Pláticas de familia, táctica de palito y zanahoria. Aún no quieren entender que tratan con un tipo dispuesto a comerse la zanahoria y romperles el palo en la espalda.