ABC 10/02/16
· Los socialistas ceden a la formación morada parte de sus asientos en el Congreso para favorecer la investidura Iglesias avisa que «no es sensato» que Sánchez pida un gobierno monocolor
Desde la página 1 La política tiene mucho de teatro y ayer la estrella de este tiempo político, Pedro Sánchez, aceptó por fin que el segundo actor, Pablo Iglesias, se siente en la misma fila del Congreso que él, la primera a la izquierda del Hemiciclo, tras el banco azul del Gobierno. Todo para un objetivo nada inconfesable a estas alturas de la obra: que Iglesias le preste sus votos y así poder bajar al banco azul, como tercer presidente de gobierno socialista de la democracia tras Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.
Claro, que el líder de Podemos pone como condición sine qua non ser vicepresidente y contar con varios ministros de Podemos en el Ejecutivo. Y ese va a ser el escollo principal para el PSOE, donde muchos barones críticos, cuadros y «vieja guardia», lo ven «inasumible». «Eso sería el fin del PSOE», decían varios hace semanas, después de escuchar la «humillación» de Iglesias tras su primera audiencia con el Rey, autonombrándose vicepresidente. Con lo sucedido ayer, el «gobierno de coalición» ya entra en el terreno de lo posible, pero no seguro porque, como dijo anoche Pablo Iglesias, una cosa es desatascar en la Mesa un conflicto sobre el reparto de escaños, que tenía mucho de artificial, «y otra bien distinta» pactar programa y «gobierno de coalición».
Iglesias: no hay «ultimátum»
«Soy muy optimista porque estoy convencido de que el PSOE, más temprano que tarde, va a entender que no tiene sentido que plantee un acuerdo con Ciudadanos», advirtió Iglesias. Cualquier cosa con tal de no repetir elecciones, era la consigna en Ferraz y, ahora, parece que también en el cuartel general de la formación morada.
De hecho, fue el propio Iglesias quien tomó la iniciativa y «whasappeo» a Sánchez para informarle el lunes de la propuesta que iba a llevar Podemos a la Mesa ayer. El líder de Podemos ratificó que Sánchez y él no pudieron hablar pero lo harán «en días o en horas». «Y no vamos a poner ningún ultimátum, nuestro país se merece un gobierno diferente al del PP».
Unas palabras de bálsamo para una relación complicada porque lo cierto es que ambas partes se siguen mirando de reojo. Hay mucho en juego. El PSOE sabe que el objetivo a largo plazo de Podemos es fagocitarle y los de Iglesias no se fían del «gobierno de izquierdas» que proclama Sánchez. Además, insistió el líder de Podemos, no se puede gobernar con solo 90 escaños porque ese ejecutivo sería de todo menos «estable». «No es sensato que quien ha sacado el peor resultado de
la historia (del PSOE) pretenda gobernar en solitario», recalcó. Es más, ayer insinuó que Podemos e IU deberían tener más ministerios que el PSOE en ese gobierno de coalición porque sumaron más votos el 20-D.
A pesar de estas pullas, las dos partes pugnan por agradarse. De hecho, Iglesias ya decía el lunes que no había tenido tiempo de leer el documento que les había entregado el PSOE pero «se parece mucho» al programa de Podemos». Por la noche, el portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando, le contestaba con socarronería: «Y eso que todavía no se ha sentado a negociar, imagínense cuando se sienten».
El PSOE evita su soledad
En esas estaba la cosa cuando ayer, en la Mesa del Congreso de los Diputados, Podemos presentó su propuesta y el PP sorprendió a los representantes de PSOE y Ciudadanos, que habían pedido una semana más para debatirla, diciendo que aceptaban. Entonces, el presidente del Congreso, Patxi López, y la vicepresidenta segunda, Micaela Navarro, viendo que podían quedarse en minoría se sumaron; y la propuesta de bajar a los 69 diputados de Podemos del «gallinero» (filas traseras), donde se les había colocado en un primer reparto, para colocar a Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa en primera fila de la izquierda junto a Pedro Sánchez y los suyos, salió adelante por unanimidad.
Para ello, quien tuvo que ceder fue el PSOE que ayer insistía en que el asunto no era para tanto. Aunque a la portavoz adjunta del Grupo Socialista, Isabel Rodríguez, se le escapó el fin último de la cesión socialista cuando instó a los de Podemos a «comenzar a hablar de los problemas de la ciudadanía» en vez de debatir sobre «cuestiones internas y sillones», ya que la voluntad de Pedro Sánchez es constituir «cuanto antes» un gobierno «reformista y de cambio».
Y los autores de la propuesta, la vicepresidenta tercera, Gloria Elizo, y el secretario cuarto, Marcelo Expósito, de Podemos y En Comú-Podem, agradecieron el respaldo del resto de grupos al nuevo diseño, que creen que proporciona «mejor» en el Hemiciclo la representatividad de cada grupo parlamentario. Dicho eso, Elizo coincidió con la socialista Isabel Rodríguez en mostrar su esperanza de que este pacto sirva para allanar el camino a un acuerdo de Gobierno con el PSOE, al que agradeció haber abandonado su postura inicial, que afectaba al resto «por otras posiciones políticas», en alusión a la negociación de fondo en torno a la investidura de Sánchez.
Juego de poder
Otras fuentes apuntan sin embargo que el PSOE planteó más batalla de la que ellos mismos han planteado. La propuesta había sido debatida previamente por los grupos, a partir de la contrapropuesta que Podemos realizó tras su ubicación en el «gallinero». Dos versiones distintas corroboran que Gloria Elizo llevó la solicitud de votación a la Mesa. El PP, al que en nada le afectaba la nueva distribución, se mostró favorable. La misma postura que adoptó Ciudadanos, una vez resuelto el escollo para ellos insalvable de abrir espacio en su primera fila para ubicar a diputados de ERC, como había propuesto Podemos.
Fue el PSOE quien cedió, al ver que siete de los nueve votos de la Mesa apuntaban en esa dirección. Lo hizo no sin antes intentar posponer la cuestión. La vicepresidenta Micaela Navarro solicitó una semana más de plazo para valorar la propuesta. Finalmente, viendo que PP, Ciudadanos y Podemos estaban de acuerdo, cedió. También se confirmó ayer que el presidente del Congreso comunicará la próxima semana cuál será la fecha de la investidura. Lo que es seguro es que Patxi López no propondrá la fecha del 22 de febrero, como demandaba el PP y también valoraba Podemos. A día de hoy, la fecha más posible es la del 29 de febrero, cumpleaños de Pedro Sánchez.