ABC 24/02/16
ANTONIO BURGOS
· Y sin el menor complejo de ser lo que es, por los millones de votos que lo respaldan, se pone a gobernar según el programa
HOY iba a escribir sobre quienes en el mareo de la perdiz de la investidura esgrimen sus exigencias en nombre de «la gente» que los ha votado. Pero no me sale escribir sobre esa pesadez. Iba a decir que no me sale escribir sobre la investidura precisamente del sitio con el que toma sus decisiones el alcalde socialista de La Algaba. Pero como rima con Goya y hay señoras delante, no me parece educado. Por eso, vamos a echar la imaginación a volar, que es más creativo y te da, además, menos sofocones. Le digo a mi guitarrista:
– Ponme la cejilla para cantar por ucronías de Cai. Ucronía ya saben lo que es. Por decirlo con palabras de Antonio Machín, ucronía es «lo que pudo haber sido y no fue». O sea, la Historia como no fue. Y, en el caso que nos ocupa, como debería haber sido.
Denle, por favor, a aquel invento con el que Pedro Ruiz se hizo famoso en TVE con los partidos de fútbol: a la moviola. José María Aznar ha prometido no repetir mandato y, como hombre de palabra (amenazada especie en trance de extinción que debería ser preservada cual el lince en Doñana), afila su todopoderoso dedo para nombrar sucesor y, con él, candidato. ¿Las bases, dice usted? Las bases, en Morón y en Rota: bien, gracias. El dedo de Aznar hace la reolina sobre una serie de nombres, como en aquellos pasatiempos del TBO de Benejam, y se para sobre uno de ellos: Jaime Mayor Oreja. Quien va de cabeza de cartel a las elecciones. Y, como está cantado, saca la mayoría absoluta, hartito el personal de los chanchullos, locuras, despilfarros y corrupciones varias de Zapatero.
¿Y saben lo que hace Mayor Oreja nada más ser investido presidente del Gobierno del PP y llegar a La Moncloa? Pues sin dejar pestañear a sus adversarios, como tiene mayoría absoluta y no le da la menor vergüenza de ser de derechas, sino que lo tiene a gala y orgullo, deshace de un plumazo toda la hoja de ruta que ZP tenía establecida con los hojas de ruta, perdón, con los hijos de puta de la ETA, así como con los separatistas catalanes. Y «a la misma vez», que decía Lopera, deroga una tras otra todas las leyes zapateriles y pone a la firma de la sanción regia todas las populares que derogó el PSOE, empezando por el Plan Hidrológico, que vuelve a poner en marcha, y por la Enseñanza, y por el Aborto, y por cuanto prometieron en el programa del PP. Pero todo en menos que canta un gallo y sin temblarle el pulso, respaldado por millones de votos.
Y como el zapaterismo socialista o el socialismo zapaterista ha hecho su habitual tela de arañá en la nación, Mayor Oreja se apresura a romperla, y hace una limpia buena de socialistones en el poder judicial, en la cultura, en la agencia Efe, en la Policía, en los mandos de los Ejércitos y de la Guardia Civil, en los medios públicos de comunicación, como Radio Nacional y TVE. Y al Cine de la Ceja, ni una gorda. Y a La Sexta y La Cuatro, el reglamento. Y sin el menor complejo de ser lo que es, por los millones de votos que lo respaldan para que sea lo que tiene que ser, se pone a gobernar según el programa. Y tiene, además, el acierto de poner de vicepresidente económico a Mariano Rajoy, que mete en cintura las cifras de ruina en que ZP dejó la economía patria. Rajoy, como vicepresidente económico, nos salva del rescate, pero Mayor Oreja lo sabe vender estupendamente no sólo ante el «Financial Times» y Wall Street, sino ante los que votaron al PP y ante los que estaban tiesos. Y a los separatistas catalanes, ni agua: la Guardia Civil retira todas las urnas en forma de microondas de cartón de un referéndum de mentirijillas. Y nadie tiene que fundar Vox, porque no hay descontentos dentro del PP. Y Ciudadanos sigue siendo un partido españolísimo en Cataluña. Y en Andalucía pone a Esperanza Oña de candidata y acaba con 35 años de Régimen socialista. Y llega el 20-D y Mayor Oreja revalida su mayoría absoluta. (De vez en cuando no viene mal soñar…).