«Mandelilla» con chapela

ÁLVARO MARTÍNEZ – ABC – 28/02/16

· Se preparan dos homenajes para cuando el criminal salga de prisión. Muy triste…

A este desazonado batallón no le quedaba otra cosa que asistir al esperpento de cómo se trata de convertir al criminal Otegi en un «héroe de la libertad». El martes sale de la cárcel… No va a ser fácil.

Un 28 de febrero de 1978, el hoy preso número 8719600510 enviaba a los familiares del cautivo la «Carta semanal autorizada al arrestado Luis Abaitúa Palacios». En ella, el director de la fábrica de Michelin de Vitoria, secuestrado unos días antes por ETA, daba cuenta de los interrogatorios a los que le sometían sus captores. El hoy preso número 8719600510 no es otro que Arnaldo Otegi que en esas fechas ya hacía sus pinitos en los albañales del crimen. Hablamos de un hampón de primera hora que no esperó a cumplir los 20 años para ponerse el pasamontañas y meterse en andanzas terroristas. Un tipo que desde que autorizaba cartas a sus «arrestados» hasta hoy ha estado entrando y saliendo de los juzgados como reo en causa penal (secuestro, enaltecimiento, injurias al Rey, pertenencia a banda terrorista en calidad de dirigente…).

Y no le ha ido mal del todo, si tenemos en cuenta que «por falta de pruebas» salió bien parado de los juicios por secuestrar a Javier Rupérez (un mes estuvo en un zulo infecto) y por intentar lo mismo con Gabriel Cisneros, quien por resistirse recibió un tiro en la pierna. Y salió absuelto pese al testimonio de la pistolera Françoise Marhuenda que situó a Otegi en el día, el «comando», la calle y el portal donde Cisneros escapó de su «arresto» con una bala dentro. En la justicia no siempre es blanco y en botella.

Otegi sale libre pasado mañana tras seis años encarcelado por intentar reconstruir, cuando agonizaba, una organización ilegalizada (Batasuna) que forma parte de una banda terrorista que ha causado casi 900 muertos, miles de heridos, decenas de miles de desplazados, océanos de lágrimas y selvas de espantos; y que, según estudios de la Universidad de Deusto, robó 161 millones de euros (104 en secuestros, 19 en atracos y 37 con el chantaje) desde que en 1973 cobrara su primer «rescate» hasta el último «impuesto revolucionario» que ingresó en 2011. Por intentar refundar esta gigantesca maquinaria de sangre, extorsión y odio es por lo que ha estado encerrado.

Pese a su casi inabarcable historial criminal, entreverado con apariciones en la política [recuerden que España es la tierra prometida de los perplejos], desde hace unos años se trabaja para convertirle en una especie de «mandelilla», un «héroe de la paz» destinado a ser «lendakari». La analogía, tremendamente ofensiva, pasa por intentar hacer popular hasta su número carcelario (8719600510), igual que fue un símbolo el 46664 que Nelson Mandela llevó en la isla Robben durante 38 años. Pero hasta eso les ha salido mal, pues su registro, lejos de ser capicúa, más parece el número de la teletienda que otra cosa. La indecente comparación tiene como protagonistas a los tradicionales juglares de la causa, entre otros, Mayor Zaragoza, Willy Toledo, Pablo Iglesias, Joan Tardà y el señor de la sandalia… que recogen el tes-

tigo del estadista leonés (me refiero a Rodríguez Zapatero) cuando afirmó, siendo presidente del Gobierno, que «Otegi ha hecho un discurso por la paz». Lo dijo en 2006 y luego hubo que enterrar a Estacio y Palate, al jubilado Ambrosio Fernández, a los guardias Centeno y Trapero, al socialistas Carrasco, al brigada Piñuel, al brigada Conde, al empresario Uría, al inspector jefe Puelles, a los guardias Salvà y Sáenz de Tejada y al gendarme Nérin. Los últimos de una legión de asesinados… Esto es lo que 8719600510 intentó reconstruir.

Nada más salir de la cárcel se le hará un homenaje en su pueblo, Elgóibar, y el sábado otro en San Sebastián. No, no van a ser fáciles estos tiempos para este batallón.

ÁLVARO MARTÍNEZ – ABC – 28/02/16