Patxi López insiste en pasar factura a Zapatero por ningunearle con el PNV

El lehendakari y secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, ha aguantado durante dos años las infidelidades del presidente Rodríguez Zapatero con el PNV para pasarle factura al reclamar la celebración de un congreso extraordinario del partido, que es tanto como pedir a su “jefe” que se vaya.

Lo hizo personalmente el martes; lo reiteró el miércoles su “hombre fuerte”, Rodolfo Ares, y la Ejecutiva con una nota oficial, y ayer volvió a la carga el portavoz parlamentario, José Antonio Pastor, por si quedaba alguna duda de que el PSE está dispuesto a liderar la renovación del partido.

López, al igual que otros barones, ha atribuido el descenso de los apoyos a la crisis económica y las impopulares medidas que el Gobierno central lleva tomando desde hace tres años, aunque también ha reconocido que una parte de esa responsabilidad les corresponde a los socialistas vascos. El PSE ha perdido ocho puntos porcentuales en relación a las municipales de 2007 y por siete el PSOE a nivel nacional. En el País Vasco, el resto de partidos interpreta su pulso con Madrid como una cortina de humo para desviar la atención de su propio fracaso electoral y, de paso, hacer un favor a Alfredo Pérez Rubalcaba con la mirada puesta en el futuro.

El PSE es desde el pasado domingo la tercera fuerza política vasca en porcentaje de votos (16,36), por debajo de PNV (30,01%) y Bildu (25,52%). Sumando sus apoyos a los del PP (13,50%), con cuyo apoyo gobierna, apenas llega al 30% de sufragios. Un dato que estos días le recuerdan peneuvistas y abertzales para sugerir la convocatoria anticipada de elecciones justo a mitad de legislatura.

Los desplantes del presidente

El pacto de Patxi López con Antonio Basagoiti para mandar al PNV a la oposición no es bien visto por una parte del electorado socialista, contrario a llegar a acuerdos con una formación que ha hecho de la política de pacificación uno de sus arietes contra el Ejecutivo en Madrid. El apoyo inicial de Zapatero al acuerdo PSE-PP sucumbió a las necesidades de lograr el respaldo estable del PNV en Madrid para sacar adelante algunos proyectos y las cuentas del Estado, aún a costa de dejar a Patxi López en evidencia. Ya lo había hecho con anterioridad obligándole a apoyar los presupuestos de Juan José Ibarretxe a cambio del voto de los nacionalistas a los suyos, pero lo ocurrido desde que está en Ajuria Enea ha sobrepasado todas las líneas rojas.

El lehendakari ha tenido que tragar muchos sapos y justificar en público lo que él mismo sabía que era injustificable, como que Zapatero permitiera a los peneuvistas rentabilizar en Euskadi el cierre del Estatuto de Gernika con el traspaso de las 32 competencias pendientes (negociación que correspondía al ejecutivo vasco). Las entrevistas, públicas y secretas, del presidente del Gobierno e Íñigo Urkullu, presidente del PNV, durante estos dos últimos años no ha hecho otra cosa que deteriorar la imagen de López, que sabe que con Bildu en las urnas es casi imposible que pueda repetir mandato.

Otra de las lecturas que se hacen en el País Vasco del inesperado protagonismo de López, es que con su insistencia en la convocatoria de un congreso extraordinario estaría avalando a Rubalcaba como secretario general y candidato del PSOE en las generales de 2012. Un respaldo que podría tener más tarde su recompensa en la renovación del partido. La retirada de Carme Chacón de la batalla de las primarias deja al vicepresidente como única alternativa y complica la celebración del cónclave socialista, que de celebrarse se llevaría por delante a Zapatero y a toda su ejecutiva. La cena que éste mantendrá hoy con los barones para preparar el Comité Federal del sábado es fundamental para el futuro del partido. La alternativa es aceptar la bicefalia Zapatero-Rubalcaba hasta marzo de 2012, o dar la vuelta al partido con un congreso extraordinario y convocar elecciones anticipadas con un nuevo liderazgo.

Un líder impuesto

Patxi López no ha sido nunca un hombre de Zapatero, para quien no era el candidato preferido para sustituir a Nicolás Redondo al frente del PSE en 2002, tras el batacazo en las elecciones autonómicas de mayo del año anterior, en las que el PSE se presentó de la mano con los entonces populares de Jaime Mayor Oreja como la alternativa de Gobierno al PNV. Ibarretxe logró entonces el 42,72% de los votos y el PSE se derrumbó hasta el 17,9%.

López, entonces líder de los socialistas vizcaínos lideró junto a Jesús Eguiguren, líder de los guipuzcoanos, el cambio. El primero se quedó la secretaría general y el segundo la presidencia. En ambos casos contra la voluntad de Zapatero, que había encargado a Ramón Jáuregui que negociara un candidato de consenso entre los partidarios de Redondo y los críticos de López. Perdida esta batalla, el presidente del Gobierno intentó colocar a Jáuregui en la presidencia, igualmente sin éxito.

Redondo defendía entonces la unidad de acción con el PP para desalojar al PNV de Ajuria Enea, y López y Eguiguren un acercamiento al PNV. Diez años después, López gobierna gracias a los populares y los peneuvistas le reclaman que dimita. La irrupción de Bildu en el escenario político tal vez obligue a los ahora rivales a entenderse.

EL CONFIDENCIAL, 27/5/2011