EL MUNDO – 14/07/16
· El presidente en funciones anuncia que solicitará la confianza del Congreso el próximo 2 de agostoSi al final del plazo no ha logrado suficientes apoyos, llamará a los partidos para buscar un acuerdo o ir a unas nuevas elecciones.· El líder socialista dice que «a día de hoy» no facilitará la investidura de Rajoy aunque su partido «siempre estará en la solución».
Fin de la primera ronda para intentar formar Gobierno y muchas incógnitas en el horizonte. El PSOE le dedicó ayer a Rajoy un no de entrada –«nos reafirmamos en el voto en contra», le dijo Sánchez– y con esa música se quedó el candidato del PP, obligado ahora a buscar la fórmula para convencer a Ciudadanos de que dé un nuevo paso por España y cambie su abstención por un sí. Las piedras que surgen en el camino han inducido a Rajoy a revisar su calendario. Si acariciaba una investidura acelerada –los días 25 y 26 de julio–, ahora alarga el plazo y la pronostica para el 2 y 3 de agosto. Quedan pues 20 días para negociar.
Con estas fechas en la cartera, la primera votación a la que se sometería el candidato a la Presidencia sería el miércoles día 3 y, si en ella no logra el respaldo de la mayoría absoluta de la Cámara –al menos 176 diputados–, se celebraría una segunda, 48 horas más tarde –el viernes, día 5–, en la que únicamente requeriría de más votos afirmativos que negativos.
Ahora, el presidente en funciones pretende dejar un par de días de «reposo», al menos en lo que se refiere a los contactos públicos con otros líderes, para que las distintas fuerzas políticas reflexionen acerca de su postura, especialmente Ciudadanos y PSOE, contando ya con el documento de 55 páginas que ayer les entregó Rajoy y en el que se recogen las principales guías que él propone para la gestión de un futuro Gobierno.
Si finalmente en este tiempo, el candidato popular consigue convencer a Ciudadanos para que troque su actual disposición a abstenerse por la de votar a favor, Rajoy contaría con una masa crítica de 170 escaños, sumando el voto prácticamente prometido de Coalición Canaria. Sería éste un respaldo lo suficientemente amplio como para empujar decisivamente a los socialistas hacia la abstención. «¿Quién es el guapo que con ese apoyo le dice que no?», se preguntaba hace unos días el barón extremeño Guillermo Fernández Vara. Y Rajoy tomó buena nota.
Ayer, nadie mostró todas las cartas. Es lógico. La partida, como dijo el candidato popular, que es quien reparte juego, está «en el momento inicial». Aún quedan bazas. Y él, lejos de amilanarse intenta trasladar una imagen de arrojo, de líder dispuesto a apostarlo todo en poco más de dos semanas.
«Tengo muy claro que quiero gobernar y tomar decisiones. Tengo muy claro lo que hay que hacer. Voy a seguir dando la batalla para convencer a quien quiera dejarse convencer o defender el interés general de su país. Yo estoy dispuesto a mojarme», proclamó.
Y añadió: «Yo tengo interés en ir a la investidura si el Rey lo estima conveniente. Soy consciente de que tengo una responsabilidad muy importante ante el conjunto de los españoles. Ahora bien», puntualizó, «si tuviera la conciencia plena de que es imposible que salga investido abriría un periodo de reflexión con los demás partidos». La pregunta clave en ese caso sería: «¿Qué salida le damos a esto?».
En definitiva, se trataría de un ejercicio de presión máxima para intentar desbloquear in extremis, en el último minuto, la situación. La alternativa a un rechazo definitivo por parte, esencialmente, del Partido socialista, sería la convocatoria de las terceras elecciones, algo que para Mariano Rajoy no es más que «una locura».
El candidato popular aseguró ayer, al hacer balance de todos los contactos que ha mantenido estos días, que de los mismos ha sacado al menos una conclusión «reconfortante» y «positiva»: nadie quiere ir a nuevas elecciones.
Sin embargo, por ahora, sólo el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha dicho estar en condiciones de asumir las salpicaduras cuando Rajoy se lance a la piscina. Pedro Sánchez, por su parte prefiere todavía mantener el rechazo. A Rajoy se lo planteó así, aunque después ante los periodistas la rotundidad se matizó. «A día de hoy», puntualizó, «el PSOE se reafirma en su voto contrario». Ese «a día de hoy», sonó especialmente bien en Génova y en Moncloa aunque nadie quiera dar cancha aún a las esperanzas.
El secretario general de los socialistas dejó muchos puntos oscuros en su discurso. Aseguró que su partido no es «un aliado potencial» del PP y, por tanto, que el presidente en funciones no podrá contar con su ayuda para conseguir «una mayoría suficiente para gobernar». Más aún advirtió que, si Rajoy no logra construir esa mayoría por sí mismo, «el PSOE votará no».
Entre los 137 escaños propios del PP y los 176 que marcan la mayoría absoluta «hay todo un camino que recorrer», apuntó Sánchez, pero el PP «no puede contar con el PSOE en ese camino».
No obstante, a fuerza de insistir, el líder del PSOE no descartó ante los periodistas la posibilidad de acabar permitiendo la investidura de Rajoy con una abstención decidida a última hora si el popular avanza en sus acuerdos con otros partidos. Claro que, puestos a jugar con la ambigüedad, tampoco descartó de plano la hipótesis de las terceras elecciones ni la posibilidad de ser él quien, tras un fracaso del candidato del PP, intente buscar una mayoría alternativa. Esta opción, aunque se empeñan en no retirarla de la mesa y desde el partido de Pablo Iglesias intentan alimentarla, tiene en realidad, a juzgar por la posición que mantienen los barones más importantes del PSOE, prácticamente nulas posibilidades de prosperar.
Sánchez en cualquier caso, y eso resultó especialmente significativo, resaltó que «el PSOE siempre estará en la solución», lo que de inmediato impulsó la creencia de que la abstención in extremis puede producirse si Rajoy logra llegar a la investidura sumando 170 escaños. «Haremos», añadió, «todo lo posible» para que no haya nuevos comicios.
En Génova y en Moncloa esperan que en estos días que restan hasta la constitución de las Cortes -el próximo martes día 19– los partidos, principalmente PSOE y Ciudadanos, sopesen las propuestas que les ha presentado el líder del PP y que, según su propia descripción, constituyen un plan «moderado y abierto al diálogo y a los pactos, como el Gobierno que debería nacer para la nueva legislatura».
Si las fuerzas políticas afectadas optan por no participar en un nuevo Ejecutivo, Rajoy entonces les propone un acuerdo de «mínimos» que permita dar una estabilidad razonable al Gobierno en minoría. Esos puntos imprescindibles son: la aprobación de los objetivos de estabilidad presupuestaria, el techo de gasto y las cuentas el Estado; un acuerdo para cumplir con los compromisos europeos; una posición común en política Exterior y de Defensa; mantenimiento del pacto antiyihadista; un marco de entendimiento frente al debate territorial y un pacto para consensuar una agenda reformista que permita mantener el crecimiento y la creación de empleo.
EL MUNDO – 14/07/16