Sin embargo, la Plaza Salimbeni se muestra encantadora en su soledad, mientras la multitud abarrota otros lugares de Siena. La mirada se dirige automáticamente hacia el palacio de estilo gótico. Espléndida fachada de piedra clara con sus seis arcos ojivales de triple ventana. Encima de la puerta, bajo el mayor arco apuntado, una leyenda en letras de época. Monte dei Paschi. El nombre del banco más antiguo del mundo, fundado en el siglo XV por las familias pudientes de la rica República de Siena, ahora convertida en meca –una más– del turismo italiano.
Al despistado extranjero que esta noche fotografía el Palacio Salimbeni tal vez le suene este nombre. El Monte dei Paschi de Siena ha salido en las noticias sobre crisis financieras. Durante más de seis siglos, superó guerras y revoluciones, pero es el único que no ha pasado las últimas pruebas de estrés del BCE. Ni la magnificencia de su sede y de sus tesoros artísticos han detenido a los tiburones financieros. El respeto a su historia tampoco sirvió para frenar la codicia de sus gestores, que cayeron rendidos ante los productos derivados y la especulación.
El Monte dei Paschi necesita 5.000 millones de dinero fresco. JP Morgan heredará su palacio gótico, el renacentista que está al lado, la gloriosa historia de la ciudad de Siena y sus obras de arte. Toda una metáfora de la economía actual.
Un banco nacido en el Renacimiento a la medida del hombre será reestructurado por JP Morgan a la medida del dinero como un fin en sí mismo. Percibirá por ello las comisiones correspondientes, que por elevadas que sean, nunca –nunca– podrán acercarse siquiera al valor de la belleza de la Plaza Salimbeni. Los bancos de inversión no tienen miramientos. Serían capaces de reestructurar hasta los frescos de Piero della Francesca de la Basílica de San Francisco de Arezzo.
Éste es el reflejo que nos devuelve el espejo europeo. Y el español. También aquí abandonamos la enseñanza de las Humanidades para abrazar los Máster en Finanzas. Los jóvenes lo saben todo de startups pero Brunelleschi ni les suena.