Fatua mendacidad

EL MUNDO 14/09/16
F. JIMÉNEZ LOSANTOS

LA COMPARECENCIA ayer en un rincón del Parlamento del ministro De Guindos fue una mezcla casi perfecta de mendacidad y fatuidad. Mintió en lo mismo que mintió los tres días en que estuvo nombrado Soria. Porque Rajoy y él, y Margallo y Cospedal, y Soraya y toda la orden mendicante de publicistas peperos dijeron que Soria había logrado su cargo por concurso de funcionarios. Concurso, ¿de qué? De Guindos y cinco altos cargos suyos cumplieron la orden de Rajoy de colocar a Soria. Y tan arbitrariamente como lo pusieron, lo quitaron. El Gobierno lo echó meses antes por mentir sobre las cuentas de Jersey (ni un euro en Panamá) con Montoro diciendo: «El que está en paraísos fiscales no puede estar en este Gobierno». Pero sí puede representar a España en el Banco Mundial. Ahora dicen que se ha «sobredimensionado» el Caso Soria. Lo habrán sobredimensionado el Presidente, la Guindalera, la Menina y la Hilandera, Calabacillas y demás personajes velazqueños de un Gobierno eternizado en la función de mentir.

Porque en la sesión de investidura de las Cortes, Rajoy dijo asumir las condiciones de Ciudadanos para luchar contra la corrupción. Y tenía ya a Soria en un cargo que ocultó hasta acabar la votación. La crisis política se debe a la corrupción y Rajoy dijo asumirlo. Ahora sabemos que se reía de todos. Por eso, un Pleno solemne era más adecuado que la sacristía de Economía para hablar de la corrupción política, que empieza por mentir a los ciudadanos. No tenemos Gobierno, pero sí un Parlamento en plenitud de legitimidad. Y el Gobierno pretende no rendir cuentas al que lo nombra.

El Guindos colérico, como el Rajoy sarcástico, tratan con altanería de catedráticos ante estudiantes septembrinos a los representantes de la nación. O sea, a España. Y esos mediocres, ridículos diputados tienen más legitimidad que la casta de altos cargos como Soria (o las Maleni, Aído y Pajín que recordó el PP, confesando lo que negaba) que a partir de una oposición o una simple posición política se instalan en el chollo vitalicio. El Guindos que en Lehman Brothers vendía opciones participativas de la CAM, cobraba de las Cajas el libro que blanqueaba sus fechorías o buscaba el rescate para ser el Monti español (aunque lo niegue el tomo I de su Egoteca), parecía ayer un Pavía del BOE. Daba bastante rabia, la verdad.