‘Afganización’ de Yemen

 

Se ha dicho muchas veces desde los atentados del 11 de Septiembre que EE UU y Europa necesitan un nuevo enfoque en el tratamiento del mundo musulmán. Pero los errores del pasado se siguen cometiendo, como si esas políticas fuesen un texto sagrado que se debe aplicar sea cual sea el país musulmán al que se dirija.

Es evidente que existe una nueva y fuerte vocación en la Administración de Obama para impulsar un proceso de ‘afganización’ de Yemen. La custodia del país que están realizando es similar a la establecida por EE UU en Afganistán en la actualidad. Obama ve en Yemen un refugio para el terrorismo y, por tanto, una amenaza para la seguridad y la estabilidad regionales y mundiales.

Esto significa que EE UU, junto con sus aliados de la OTAN, está preparado para ayudar al régimen de Yemen, ofreciéndole todo el apoyo necesario para combatir a Al-Qaida. De esta manera, no existe ninguna objeción al envío de tropas internacionales al país para entrar en confrontación directa con los militantes del grupo terrorista, y no hay oposición al establecimiento de bases militares de la OTAN o EE UU en el territorio.

Así que la guerra en Yemen es el nuevo propósito de Obama para el nuevo año. Es llamativo cómo piensa de la misma manera que su predecesor, el ex presidente Bush, quien provocó las guerras de Irak y Afganistán. Los frágiles argumentos utilizados nos recuerdan a aquella relación que se estableció entre Sadam Hussein y Al-Qaida como justificación de los ataques a Irak. Esta vez, Obama se basa en que el joven nigeriano acusado de intentar inmolarse en un avión el pasado 25 de diciembre tuvo contacto con el grupo terrorista y en que fue formado en Yemen. Estamos pues ante una clara ‘afganización’ del país.

En realidad, Yemen pagará un alto precio por la nueva guerra que pondrá en marcha EE UU sobre el territorio para la eliminación de los 300 hombres de Al-Qaida en el país, sin duda un objetivo menor para emprender una guerra. Las consecuencias serán el incremento de la tensión en Oriente Medio y el deterioro en las relaciones internacionales. Obama está rodeado de grandes hombres de la industria de armas y de la extrema derecha religiosa que están sedientos de guerra. Y qué mejor manera de encubrir un fracaso como el de Afganistán que creando un nuevo Afganistán.

Quizás no sea un ‘afganización’, pero en Yemen pronto se encontrarán en una situación similar a la de Pakistán, donde aviones no tripulados de EE UU lanzan ataques contra comunidades que se cree pertenecen a Al-Qaida y en los que mueren cientos de civiles. De hecho, los aviones yemeníes ya están atacando provincias sospechosas, provocando la muerte de numerosos inocentes.

Según los testimonios de funcionarios de los gobiernos regionales de Yemen, la simpatía del pueblo hacia Al-Qaida está en ascenso. Esa simpatía, causada por las críticas al régimen del país donde la corrupción, la pobreza, la enfermedad o el analfabetismo son cuestiones del día a día, hará que una guerra sea un acontecimiento desastroso y catastrófico. Hoy, el mundo es un lugar menos seguro de lo que lo era hace 10 años. Cada guerra y cada muerte hacen nacer en el mundo musulmán una nueva generación de jóvenes desesperanzados que buscan recuperar algo de dignidad para su pueblo, que quieren vengarse de aquéllos a quienes consideran enemigos y agresores. Cada vez hay más personas en este mundo dispuestas a inmolarse, pues lo ven como una salida más fácil que intentar sobrevivir en una patria ocupada donde no hay respeto por su vida y donde no existen los derechos humanos.

Se ha dicho muchas veces desde los atentados del 11 de Septiembre que EE UU y Europa necesitan un nuevo enfoque en el tratamiento del mundo musulmán. Pero los errores del pasado se siguen cometiendo, como si esas políticas fuesen un texto sagrado que se debe aplicar sea cual sea el país musulmán al que se dirija. Los expertos en terrorismo están estudiando cómo el nigeriano consiguió engañar a los sistemas de seguridad. Ojalá se preocupasen por estudiar las razones por las que una persona del África central, de una familia acomodada, decide poner fin a su vida y a las vidas de gentes inocentes al servicio de la solución de unos problemas que no le afectan a él personalmente.

(Salah Serour es doctor en Filología árabe y director de ECSOM-El faro)

Salah Serour, EL DIARIO VASCO, 8/1/2010