EL CONFIDENCIAL 29/09/16
· La ‘jugada’ de los críticos pasaba por que una gestora controlara de momento el partido. Al frente querían al presidente asturiano, hombre de confianza de Rubalcaba y muy respetado en el PSOE
El asturiano Javier Fernández, presidente del Principado de Asturias y secretario general de la Federación Socialista Asturiana desde el año 2000, era el hombre elegido por los críticos para tomar las riendas de la gestora del PSOE, la cúpula interina que conduciría el partido transitoriamente, si la ‘jugada’ de los críticos del PSOE hubiera resultado exitosa tras la cascada de 17 dimisiones de la ejecutiva federal este miércoles en Ferraz. Pedro Sánchez resistió, se negó a la misma, según explicó su número dos, César Luena, con los estatutos del partido sobre el atril, y sigue adelante con su órdago del comité federal.
El sector de los críticos pensaba en el jefe de los socialistas asturianos para pilotar la formación por su veteranía y por ser una de las voces más respetadas en el seno del partido. De carácter reservado y leal, está considerado uno de los grandes referentes intelectuales y morales de todos los sectores del PSOE, aunque desde las elecciones generales del pasado diciembre, se coronó como un aliado clave de Susana Díaz.
Fernández, nacido en Mieres en 1948, ha desarrollado toda su trayectoria en el Principado y forma parte del socialismo más clásico dentro del PSOE. Muy cercano a Alfredo Pérez Rubalcaba, con el que aún hoy mantiene contactos privilegiados, así como con Elena Valenciano, es uno de los políticos más ponderados por dirigentes y militantes por, según explican miembros cercanos a él, su carácter sosegado y nada dado a la confrontación. El presidente asturiano es lo que en círculos políticos se denomina un hombre «muy de partido» y su lealtad al PSOE siempre le ha hecho destacar entre sus compañeros.
Javier Fernández es una de las voces más respetadas del partido y un referente para todos los sectores del PSOE. Eso sí, nunca ha sido cercano a Sánchez
Eso sí, jamás ha sido un dirigente cercano a Pedro Sánchez. De hecho, tras la marcha de Rubalcaba en 2014, cuando el partido sufrió su primer batacazo en las urnas a causa de las elecciones europeas y el PSOE se vio abocado a una división clara en dos bandos muy marcados, el de Eduardo Madina y el del actual secretario general, Javier Fernández y el extremeño Guillermo Fernández Vara fueron los dos únicos barones que decidieron posicionarse a favor de Madina. Precisamente los dos dirigentes territoriales más apegados a Rubalcaba no dudaron en apoyar públicamente al actual diputado socialista.
Tras resultar victorioso Pedro Sánchez y limar asperezas existentes, tanto Fernández como el presidente extremeño no tardaron en cerrar filas con el nuevo jefe del partido, dando cuenta una vez más de su lealtad. De hecho, el dirigente asturiano nunca fue cómplice de las maniobras posteriores gestionadas desde el sector andaluz con Susana Díaz al frente, e impulsadas en parte por otros barones como Emiliano García-Page o Ximo Puig.
El punto de no retorno con Javier Fernández llegó, sin embargo, el 20 de diciembre por la noche, cuando el PSOE afrontó los peores resultados de su historia obteniendo solo 90 escaños. Sánchez aseguró que permanecería al frente del partido y las voces críticas comenzaron a protestar ante el temor de la estrategia de pactos que el secretario general podía perseguir. En realidad, el presidente asturiano ya había afrontado semanas antes una noticia que, como para tantos otros dirigentes, fue un verdadero jarro de agua fría: la inclusión de Irene Lozano en la lista por Madrid para el Congreso.
El punto de no retorno llegó con la inclusión de Irene Lozano en las listas y los resultados del 20-D. A partir de entonces, Fernández se alió con Susana Díaz
Aquella decisión fue otro punto de fricción, y los malos resultados en las urnas actuaron de colofón. Fernández comenzó a distanciarse por completo de Ferraz. Tras muchas diferencias en el planteamiento de la campaña electoral, Fernández comenzó a desarrollar una animadversión total hacia el secretario general, al no compartir una sola decisión tomada por la dirección, y se alistó en el equipo de la presidenta andaluza sin titubeos. El 26-J y, sobre todo, el desastre electoral de hace apenas unos días en Galicia y el País Vasco terminaron por provocar la revuelta absoluta de los críticos, incluido Javier Fernández. Sin duda, la mayor controversia interna del momento pasa por las diferencias que existen en los barones sobre la postura que el PSOE debe tener ante la propuesta de gobierno de Mariano Rajoy, que cuenta con 170 apoyos —los 137 del PP, 32 de Ciudadanos y el escaño de Coalición Canaria—.
Vara fue el más explícito, con aquella frase «a ver quién es el guapo que le dice que no» al candidato popular. Pero Fernández, en su línea más reservada, también se ha opuesto claramente a que se pueda gobernar con 85 o 90 diputados. El asturiano, igual que el presidente extremeño, ha sido muy claro con respecto a su posición con los partidos independentistas y su rechazo total a cualquier entendimiento con ellos.
A inicios de esta semana, cuando la ‘guerra civil’ comenzó en el PSOE y Sánchez lanzó su órdago del comité federal y posterior congreso extraordinario, Fernández fue de los primeros en reaccionar. Algo sorprendente para aquellos que le conocen bien, ya que el asturiano no suele hacer comentarios en público y se reserva a los órganos internos para desgranar sus posiciones. «Cuando habla, sentencia», explican fuentes cercanas. Y sin embargo, tras el anuncio del secretario general, Fernández no dudó en afirmar que la convocatoria del congreso federal en diciembre estaba «fuera de lugar» y era algo «extemporáneo». Lo de Javier Fernández era una apuesta… y, de momento, lo seguirá siendo.