Jorge Martínez Reverte-El País
Ninguna mujer de las que conozco ha defendido quemar en la plaza pública, como hacían los nazis, los libros escritos por presuntos machistas
Machismo no es lo contrario que feminismo. Feminismo no es lo contrario de machismo. Estas sencillas frases las puede entender hasta la mente más limitada. No basta con eso, pero es un comienzo.
Por ejemplo, no es machismo oponerse a las pretensiones de algunas autonombradas portavozas del feminismo en el Congreso de los (y las, ya estaba dejando el flanco descubierto) diputados y diputadas. Eso, lo de oponerse a que se utilice un nombre tan original es, simplemente, una cuestión de buen gusto y de cordura, que muchas veces coinciden.
Para hacer más breve la discusión: aceptar la aplicación del término portavoza significaría rendirse a la imbecilidad. Por supuesto que la RAE no es infalible como el Papa, pero tampoco lo son ni Margarita Robles ni Irene Montero. A menos que esa capacidad, la de ser infalible, se nos dé por hecha desde algún puesto de poder.
Hubo un Papa, Pío IX, que tuvo la ocurrencia en el lejano siglo XIX de declarar como dogma de fe que la Virgen fuera considerada Inmaculada antes, durante y después del parto. Bueno, pues ese mandato va contra todo el discurrir de la ciencia. Con lo de portavoza pasa parecido: que va contra la lengua y contra su discurrir.
No contentas con semejante imbecilidad, algunas machistas a la inversa, han emprendido una estúpida e inmoral campaña para que se prohíba en los ámbitos educativos las obras de Rousseau y de algunos escritores actuales, como Pérez Reverte y Javier Marías. No se trata de discutirlos, sino de borrarlos. La barbarie subida a lomos del Estado.
Con todos los respetos, o sea, con ninguno, yo creo que en este caso se está dando, una vez más, una coincidencia histórica entre el autoritarismo y la estupidez.
Yo conozco a muchas mujeres inteligentes que me han hecho cambiar mis rudimentos machistas muchas veces a lo largo de mi vida. Todavía estoy muy marcado por ellos, aunque creo que cada vez menos. Y he hecho encuestas privadas sobre las dos cosas. Ninguna mujer de las que conozco ha considerado sensato ser llamada portavoza. Y ninguna de ellas ha defendido quemar en la plaza pública, como hacían los nazis, los libros escritos por presuntos machistas.
A mí me parece que el feminismo es una ideología liberadora porque defiende la igualdad. Como el machismo es retrógrado porque defiende creencias asentadas en el ejercicio del poder.
Feminismo no es antónimo de machismo. Es contrario al machismo, pero no solo a eso.
El feminismo es contrario al autoritarismo y, sobre todo, a la estupidez.