El juicio de las calcetera

SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

LO MÁS reciente en materia de rebuznos es el roznido consentidor, inaudible, que se volvía trino en la cuenta de @Alvisepf: «Qué tiempos aquellos en los que @AdaColau se hacía pasar por abogada en el programa ‘Singulars’ de @JaumeBarbera, sin que ella en ningún momento corrigiera tal falsedad».

El zangolotino Errejón, con rebuzno platerillo, exigía a Cs que apoye la moción de censura contra Cifuentes para «sacar la mentira de la Puerta del Sol». Lo dice un tipo inhabilitado por la Universidad de Málaga, en la que un camarada de Podemos, Alberto Montero, le concedió graciosamente una beca para que mostrara saberes que no tenía, ignorando las obligaciones contractuales de la misma, entre ellas la presencial, ocho horas diarias de lunes a viernes. En justa correspondencia, Montero encabezó la lista malagueña de Podemos y, en la actualidad, es diputado. Los dos deberían haber renunciado a su escaño.

Describir los fraudes curriculares socialistas es empeño imposible en el espacio de la columna desde los tiempos de Roldán: Valenciano y sus dos licenciaturas mágicas, Chacón y su doctorado sin tesis, el embellecido currículo de Bernat Soria y los socorridos «realizó estudios de…» para anunciar fracasos universitarios y la tesis de Pedro Sánchez, que acompaña al TFM de Cifuentes en el arcón de los libros perdidos.

Creo que la presidenta de la Comunidad de Madrid debe dimitir, lo que animará a que la sigan todos los citados y algunos más. Den tiempo al justiciero Escolar y sus apariciones en la Cuatro y en la Sexta. ¡Quién sabe si será capaz de convencer a Torrent de que para votar en su Parlament hay que hacer presencia, como en los másteres de la URJC! Comentaba ayer que España se está llenando de exigencias morales mientras rueda por la pendiente del vicio. La nueva moral que imponen algunos medios que llevan su misión más allá de contar los hechos y unos partidos que aplican virtuosamente la ley del embudo, nos han devuelto a París en 1793. Son al mismo tiempo el fiscal Fouquier Tinville, el Comité de Salud Pública y las calceteras al paso de las carretas, el paso ‘alegra’ de la paz. Y el virtuoso Robespierre es un tipo que no sabe donde tiene la tesis doctoral.