Entre la manada y la piara

Santiago González-El Mundo

 

Apenas repuesto de la lectura de la columna en la que mi querida compañera y sin embargo amiga Lucía Méndez defendía y elogiaba al ministro Catalá por dedicar al juez Ricardo González una versión de aquella cancioncita de Carla Bruni Quelqu’un m’a dit, me encuentro que la edición valenciana de mi periódico, o el suyo, que para eso lo pagan, publica a un tal Galiana, concejal de Compromís, que llama miserable a Arcadi Espada en el mismo periódico donde él y yo escribimos.

¿Por qué? Él protestó por la profusión de imágenes de los condenados en lo de Ana Rosa: cinco tipos borrachos mostrando tatuajes y nalgas a la cámara (hacer un calvo) y preguntó si alguien había mostrado vídeos de la denunciante. La periodista Cristina Losada cuenta que tanto Arcadi Espada como Josu Ternera han recibido críticas mayoritarias en la Red. El terrorista, 4.479 tuits y el periodista, once veces más, 50.700. Rosa Díez mostraba justa perplejidad ante el hecho de que el buen pueblo español había pedido la cabeza de los jueces del caso La Manada de manera abrumadora: un millón de firmas en 24 horas. El manifiesto que exigía un fin de ETA sin impunidad, 39.000 firmas en tres días.

Le cayó un diluvio, pero es inútil buscar en Youtube las imágenes: todo empieza con las palabras de Arcadi descontextualizadas. Cosas de la tele, las cadenas emitieron el vídeo del final de ETA, pero era solo un audio: la voz de Ternera sobre el texto corrido de lo que leía. Ya se encargaron los telediarios de adornarlo con épica: imágenes de etarras disparando, los encapuchados levantando el puño, Ternera con sus cachorros y así.

Escribía mi admirado Félix de Azúa que lo que de verdad excita a estos tipos «es la visión de las vergas de sus colegas». Cierto, el vídeo de Pamplona es un remake de la película de BlakeEdwardsUna cana al aire, en la que dos tipos se disputan a una mujer que está en la cama en un singular duelo de pollas únicamente visibles por los condones fosforescentes que llevan puestos en el dormitorio a oscuras. En Pamplona fueron cinco y sin condón, pero por lo demás vale lo de Azúa. Hablaré por mí: sexualmente me tengo por normalito, dentro del patrón que Pablo Iglesias llamaba «heteronormativo», sin fantasías en género ni en número, encasillable en las cursilerías de su libro sobre Maquiavelo y el cine. Él lo llama «la gran pantalla», como llamará «la pequeña pantalla» a la televisión. Heteronormativo es, para entendernos, el régimen de relaciones sexuales que ha llevado al embarazo ¡y de mellizos! a su portavoza, la primera mujer preñada en la historia del género humano.

Después de haber leído los más de 370 folios de la sentencia y su voto, uno ha descubierto al juez Ricardo González, y ha tenido la fuerte impresión de que el voto era la sentencia verdadera, y ésta el voto particular. El rigor de una defensa magistral del principio in dubio pro reo, la presunción de inocencia, debería hacer que se estudie en todas las facultades de Derecho. ¿Arcadi defensor de los cinco tipos de Pamplona? Quiá, como diría él mismo, es sólo que su rechazo a La Manada no le ha llevado a sumarse a la piara. Continuará, ya lo verán.