Arcadi Espada-El Mundo
Las oportunidades de Iglesias surgieron a partir de las numerosas ficciones letales que construyeron el relato de la crisis. Casi todo era falso, pero es obvio que las falsedades pueden tener graves consecuencias políticas. Una de las principales afectó a la responsabilidad de los bancos en el desencadenamiento de la crisis. Aprovechándose de la fragilidad de analfabetos y viejecitos, y de manera deliberada y planificada, los bancos habrían desarrollado una serie de productos financieros de cuyos riesgos jamás advirtieron, como las acciones preferentes o las hipotecas fantasiosas. Los banqueros serían culpables de un delito de prevaricación continuada, por así decirlo, y los primeros en vocearlo en los platós hasta las más violentas cotas de demagogia fueron personajes como este Iglesias, hoy políticamente hipotecado de por vida.
El auto del juez Andreu que sobresee una época ha sido tratado periodísticamente con discreción extrema. Se comprende, porque igual que no hay democracia sin periodismo jamás habría habido populismo sin su entusiasta colaboración. La discreción culpable se comprende también por el caso particular. Es falso que todos los cadáveres se queden fríos: ahí está el de Miguel Blesa, candente. O para decirlo con las palabras del principal negocio de pornografía política del país, exactamente al rojo vivo.
Un tiro en el pecho, una firma de hipoteca. Así es como van renovándose las generaciones en este mundo.