SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

Hubo un tiempo en que los dirigentes políticos aceptaban cierto protocolo para un trance como el que se remataba ayer en el palacio de la Zarzuela, al acudir a la ronda de contactos del Rey previa al encargo de la investidura. Los visitantes de entonces consideraban que la discreción sobre las conversaciones con el Jefe del Estado era parte de ese protocolo. Lo decía el mismísimo Carrillo al negarse a chafardear ante los periodistas después de visitar Don Juan Carlos. Había también un decoro indumentario, todo el mundo recuerda al batasuno Jon Idigoras poniéndose una corbata que llevaba en el bolsillo de su chaqueta en junio de 1993. No se ponía corbata, según dijo, desde su boda, celebrada 23 años antes.

Ahora es todo mucho más casual, los batasunos no van a la Zarzuela y todos tienen barra libre para contar la conversación con el Rey, tal como sucedió o tal como la imaginaron. «Entonces yo, mirándole a los ojos, le dije» y en este plan que fue como lo contó Laura Borràs a la salida, muy enérgica en el relato, pero comprometida en la práctica con la investidura gracias a la abstención forzosa de sus tres diputados presos. Pablo Iglesias acudió descorbatado, con chaqueta y camisa de la sección de oportunidades de Alcampo y su propuesta inmarcesible de Gobierno de coalición. Tenía razón, sin embargo, al quejarse de que Sánchez no haya dicho ni Pamplona para negociar los apoyos que necesita. Y al recordar a su candidato que a estas cosas hay que ir con el trabajo hecho. Pero hay que entender el optimismo del candidato. Si ha gobernado un año con 84 escaños, con 123 debe parecerle que goza de mayoría absoluta.

Él no dijo nada, pero no es improbable que las constantes de la investidura hayan cambiado. Sus 123 escaños más los 42 de Podemos, los 6 del PNV, los dos de Navarra Suma, el de Compromís y el enviado de ‘Revilluca’ suman 175 frente a los 172 de la oposición. Pero Navarra Suma no lo votará si los socialistas navarros, chispún, no renuncian a la Presidencia para María Chivite con la abstención de EH Bildu y pocos grupos hay en este mundo tan ternes como ellos cuando se empeñan. O sea que el doctor Sánchez tendrá que convencer a María de que con 11 escaños y esas compañías no puede intentarlo. Si es que es esa su estrategia, que tratándose de este hombre nunca debe uno fiarse por principio.

¿Accederá el PNV a votar la investidura si el PSOE acepta una Navarra gobernada por UPN? Podría ser; los nacionalistas ya encontrarían la manera de cobrarse su porciento, eso es lo que no falla con el PNV por medio, pero Sánchez debe evitar una humillación añadida al líder demediado de Podemos, que bastante tiene con lo suyo. Iglesias necesita blanquear sus derrotas electorales, mediante su incorporación al Gobierno o mediante la adopción de una parte significativa de sus descabelladas propuestas económicas: subida del SMI a 1.200 euros, jornada laboral de 34 horas semanales e ingresos mínimos de 600 euros al mes, detalles que hacen la vida más agradable y que la Unión Europea mirará con mucha simpatía ahora que le acaban de imponer a España un ajuste de 15.600 millones de euros en los dos próximos años.