Moderación y progreso

 

Ignacio Marco Gardoqui-El Correo

En su última intervención antes de las votaciones Pedro Sánchez resumió su propuesta en dos palabras, moderación y progreso. Es imposible estar en desacuerdo con el candidato que al mediodía de hoy será presidente del Gobierno. Necesitamos progresar en todos los órdenes de la vida y la historia demuestra que la moderación es una buena actitud para encarar los conflictos sociales, las disputas políticas y los problemas económicos a los que, con toda seguridad, nos enfrentaremos en los próximos años. Lo malo es que se presenta a la investidura con un programa de Gobierno pactado con Unidas Podemos y sustentado por grupos como ERC y Bildu. Así que la pregunta es obvia: ¿se puede hacer un Gobierno moderado con semejantes mimbres?

A lo largo de los debates, todos los grupos de izquierda se hartaron de identificar a la oposición con la ultraderecha y la ultra-ultraderecha. Claro, si Sánchez considera que la ultraizquierda de Podemos, ERC y Bildu encarnan la moderación, me parece incluso benévola la calificación de las derechas. Más bien se quedó corto. Podía haber hablado de mega ultra súper híper derecha. ¿Ha visto a lo largo de estos días la reedición de las declaraciones de nuestro futuro vicepresidente manifestando su envidia ante la Venezuela del comandante Chávez o las alabanzas a Stalin de nuestro futuro ministro Garzón? Tiene bastante mérito calificarles de moderados, ¿pero qué podíamos esperar de un candidato que prohíbe la asistencia de la prensa escrita al acto de presentación de su programa y lo inicia dando la bienvenida a los periodistas?

Bueno, pero dejemos las nimiedades y vayamos a lo mollar, a lo del progreso. De la parte del progreso social no cabe albergar dudas. Lo primero que progresa es el pasado. Tendremos día de las víctimas del franquismo, de los represaliados, recuperamos el Pazo de Meirás y revisamos todas las sentencias emitidas durante la dictadura. Algo que, dada su urgencia manifiesta, nadie se explica cómo no se ha hecho en los 40 años transcurridos desde la muerte del dictador.

De lo económico hay más dudas. Si queremos aumentar el empleo y mejorar la situación de los empleados, no se si la mejor receta consiste en castigar -impuestos y derogación de la reforma laboral mediante-, a quienes asumen sin que nadie les obligue la noble tarea de crearlos. Ya se que soy un pusilánime, pero ver a una comunista al frente del Ministerio de Trabajo incrementa mi zozobra. Por otra parte, todas las medidas propuestas suponen incrementos de gasto muy importantes, que los impuestos declarados serán incapaces de soportar. Así que, o nos esconden nuevas subidas impositivas o incumpliremos las exigencias del déficit público pactadas con Bruselas. ¿Medidas a favor de la creación de riqueza? Ninguna. En todo el programa sólo se habla de repartirla, nunca de crearla. Eso, si no está proscrito, cuando menos esta mal visto. Recuerde las cosas que dijo nuestro flamante vicepresidente sobre Amancio Ortega.

De momento, los mercados financieros se mostraron indiferentes a nuestras cuitas nacionales y estuvieron más atentos al nuevo foco de inestabilidad que ha surgido en Oriente Medio entre EE UU e Irán. El petróleo tiembla y las Bolsas se asustan. Ya es mala suerte. Justa ahora que se había arreglado (?) el Brexit y había menguado la intensidad de las guerras comerciales…