Carlos Hernanz-El Confidencial
Tensión entre el primer accionista, Amber Capital, y el consorcio liderado por el Banco Santander por disputarse el control del grupo
El asalto al poder en el primer grupo de medios del país cierra su primer capítulo. La salida de Soledad Gallego-Díaz como directora de ‘El País’ adelantada aquí este lunes es solo la espuma de unas olas con mucho mar de fondo. En plena pandemia, las fuerzas opuestas que cohabitan en el accionariado de la matriz Prisa han librado una batalla a brazo partido por el control del consejo de administración y, por ende, de la compañía, aprovechando la renovación de cuatro vocales el próximo 29 de junio, fecha fijada hace dos semanas para la junta general de accionistas.
Joseph Oughourlian, primer accionista del grupo (27%) como responsable de Amber Capital, ha visto bloqueada su alternativa. El financiero maneja desde hace tiempo nombres como los de José Miguel Contreras o Carlos Ocaña como nuevos independientes. Estas llegadas buscaban la salida del presidente, Javier Monzón, y los vocales Javier de Jaime y Sonia Dulá, tres cargos clave (además de Javier Gómez Navarro, cuyo puesto se amortizará) para entender el equilibrio de poderes actual, donde el inversor franco-armenio solo cuenta con dos puestos dominicales.
Más allá de su bagaje profesional, varios de los candidatos de Oughourlian tienen un claro componente político a ojos del resto de socios, razón por la que el núcleo duro alternativo, consolidado en torno al Banco Santander, lo interpretó como una entrada de Moncloa en el órgano de control, con el fin de alinear las terminales mediáticas del grupo (‘El País’ y Cadena SER) a sus intereses. Esta situación obligó a Monzón a consultar a los principales accionistas sobre su apoyo para renovar a los actuales independientes y evitar así la maniobra inspirada por Amber Capital.
Desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, Oughourlian es quien ha canalizado la comunicación con Moncloa, una tarea que antes monopolizaba Juan Luis Cebrián. A pesar de los cambios producidos en el grupo, tanto en los órganos de gobierno como en la dirección editorial (como la salida de Antonio Caño), las tensiones accionariales han continuado vivas, mientras que en el flanco institucional, la fricción entre Prisa y Moncloa por el posicionamiento del grupo ha ido creciendo desde la coalición con Podemos, a pesar de la dirección de Gallego-Díaz.
En este pulso soterrado, el equipo gestor comandado por Manuel Mirat, consejero delegado, aceptado y respaldado por Oughourlian para suceder a Cebrián, se ha puesto del lado de la mayoría del consejo. Según fuentes internas, suya es la decisión de repescar a Javier Moreno como nuevo director, pues aunque la salida de gallego-Díaz estaba prevista, su rechazo a continuar y la posible alteración del juego de mayorías en caso de nuevo bloque de independientes adelantaron su nombramiento, al que ni Amber se opuso. Vuelve un hombre de la casa con experiencia que ya ha lidiado con situaciones similares.
El ascendente que mantienen en Prisa figuras como el expresidente socialista Felipe González, miembro del consejo editorial, o el propio Cebrián, con espacio reservado como columnista, críticos siempre con el Gobierno de coalición, es interpretado desde Moncloa como un signo de hostilidad. Y en ese fuego cruzado, cada vez más frecuente, Oughourlian ha tratado de ponerse en valor como solución al problema, con la esperanza final de que un cambio de mayorías le sirva para su propósito: segregar los negocios de Prisa y tratar así de recuperar parte de su inversión millonaria.
Para mayor escarnio dentro de Prisa, varios de los candidatos para entrar en el consejo formaron parte de la anterior contienda librada contra las presiones de un Gobierno socialista, entonces el de José Luis Rodríguez Zapatero, con Miguel Barroso como primer secretario de Estado de Comunicación. Sin acceso a Prisa, aquel nuevo PSOE trató de reconfigurar el mapa mediático del centro izquierda, al que se sumaron nuevos proyectos como La Sexta, de la que fue primer director general Contreras (ahora en ‘infoLibre’ y ‘eldiario.es’), y el periódico ‘Público’, editado por Jaume Roures.
Aquellas viejas disputas vuelven a tomar cuerpo. La diferencia es que ahora los socialistas gobiernan gracias a Podemos, el accionariado de Prisa está enfrentado y el viejo PSOE aún gravita en torno al núcleo de poder. Y aunque esta situación es pública, los primeros movimientos subterráneos para modificar el consejo se remontan a febrero, con aproximaciones informales a perfiles similares al de Contreras, enemigo corporativo de los más veteranos de la casa por su etapa en La Sexta y con buena entrada en la nueva Moncloa, el prototipo de independiente que necesita Oughourlian.
Todas estas intrigas fueron obviadas el lunes en la presentación de Moreno como nuevo director de ‘El País’, aunque en su charla se refirió a la compleja situación accionarial del grupo. Para entrar con buen pie y limar posibles recelos, reconoció errores de su etapa anterior (primer ERE en la historia del periódico) y aseguró que su cometido no será ese. El objetivo es blindar el control editorial de injerencias y responder solo ante sus grupos de interés: lectores, trabajadores y accionistas. Prisa ha parado el primer golpe, aunque sospecha que ni Amber ni Moncloa han tirado la toalla.
Oughourlian está desesperado por romper el ‘catenaccio rojo’ del Santander, accionista y acreedor, además de sostén de otros accionistas de referencia (Polanco o Rojas), a quien atribuye intereses políticos ajenos a la pura creación de valor para los accionistas. Esta situación ha impedido que Amber Capital sea capaz de atraer a nuevos inversores para transformar el proyecto, lo que ha estresado más la situación financiera de su posición. Esta urgencia por romper la mayoría que articula el banco ha hecho coincidir sus intereses con los de Moncloa: mandar de verdad en Prisa