Samir Naïr-El País

Los dos próximos años auguran muchos sudores para el presidente frances y su ayudante, oficialmente nuevo primer ministro

El nombramiento de Jean Castex como nuevo primer ministro es el emblema de esta situación. Corrobora que la orientación para afrontar los comicios presidenciales de 2022 será conservadora; delata al macronismo como brazo oficial de la derecha encarnada en un intento de alianza entre expartidarios de Nicolas Sarkozy y el centro tradicional; y desbarata el engañoso lema “ni de derecha ni de izquierda”, no solo en el imaginario del presidente, sino en la realidad: la reciente recomposición de un eje ecologista-izquierda, tras el triunfo de los verdes en las municipales da cuenta de ello (a pesar de la tasa particularmente alta de abstenciones).

Elegir a un primer ministro desconocido, de perfil tecnócrata y conservador, revela la pretensión de Macron de tener a su lado un cuadro ejecutivo, y no un político. Asume la lógica de la V República: es el presidente el que manda. La campaña para las presidenciales ha comenzado, y no se necesita descifrar el lenguaje de las estrellas para adivinar sus palabras clave: se hablará de la nación “reconstruida” después del trauma colectivo de la covid-19, de la solidaridad social en sentido gaullista —marca de mercado local del nuevo primer ministro—, y de la revolución verde, porque el presidente se ha vuelto ecologista…. Pero aún queda una pregunta por aclarar: ¿un presidente tan solitario puede afrontar una sociedad civil y política tan dividida? Los dos próximos años auguran muchos sudores para Macron y su ayudante, oficialmente nuevo primer ministro.