Una deslegitimación con todas sus consecuencias implicaría desterrar las fábulas sobre la ‘Euskadi oprimida’ o las raíces políticas del ‘conflicto’ que siguen justificando el terrorismo; también rechazar que ETA tenga sus tentáculos metidos en las instituciones democráticas. ¿Está dispuesto a todo eso el presidente del PNV, o lo suyo es una apuesta a corto plazo?
El tiempo dirá si la apuesta del presidente del PNV por «la deslegitimación social» de ETA es un brindis al sol o un simple entretenimiento de campaña electoral. El caso es que, después de conocer toda la trayectoria del PNV, en su versión más radicalizada desde que Ibarretxe llegó a Ajuria enea, cuesta creer que Iñigo Urkullu, a estas alturas, se haya ‘caído del caballo’ y quiera remover todos los cimientos de lo que se ha hecho mal en Euskadi. Su antecesor Imaz lo intentó y le fue tan mal la experiencia que tuvo que alejarse del partido. El mensaje de Urkullu implica un cierto cambio. Porque Egibar, el propio lehendakari, o los socios de EA hablan de «la vía política» para erradicar el terrorismo donde Urkullu ha colocado la «necesidad de la deslegitimación social» de la banda. Lo dijo ayer: Las detenciones de los activistas de ETA están bien pero la vía policial no es suficiente. Y cuando todo el mundo imaginaba que, a renglón seguido, recurriría a las consabidas vías políticas para acabar con ETA, tiró por la calle de en medio; o sea: por el nacionalismo más centrado, si así se le puede llamar, reclamando a la sociedad que no mire para otro lado.
Una declaración como la de Urkullu supone una contradicción con el mensaje oficial del nacionalismo. Quizás eso es lo que pretenda Urkullu: tapar el discurso obsesivo del lehendakari con la identidad nacional y centrar algo más su mensaje para no cansar a un electorado que pueda sentir la tentación de dejar de votar al PNV. Ahora que, en sus cálculos, se desvanecen las esperanzas de atraer a los votantes más radicales del entorno de Batasuna desde que EA ha decidido hacerle la competencia electoral, el PNV está manejando más de un discurso. Pero si Urkullu quiere darle la importancia que tiene a su apuesta por «la deslegitimación social» del terrorismo, tendrá que dar un paso adelante. Y dar más detalles. Por ejemplo: ¿Cómo piensa conseguir deslegitimar socialmente al terrorismo?
Ya lo intentó, en cierta forma, aquel espíritu frustrado del Discurso del Arriaga del que luego renegó Arzalluz y , como no, también el Plan de Ardanza que hablaba de la necesidad de desmarcarse de ETA no sólo de sus medios; también de sus fines. Y las dos apuestas se quedaron por el camino. Si se quiere profundizar en la deslegitimación social de ETA habrá que empezar desde la más tierna infancia. Desde los centros de enseñanza donde se está impartiendo clases de Historia imaginaria, o desde los medios de comunicación públicos, por poner dos ejemplos. Para que la sociedad tenga apoyos para deslegitimar a ETA, habrá que desterrar las fábulas sobre la ‘Euskadi oprimida’ o las raíces políticas del denominado conflicto que siguen justificando la existencia del terrorismo.
Una deslegitimación con todas sus consecuencias implicaría no aceptar que ETA tenga sus tentáculos metidos en las instituciones democráticas. ¿Está dispuesto a todo eso el presidente del PNV, o se trata, únicamente, de una apuesta a corto plazo?
Tonia Etxarri, EL CORREO, 10/12/2008