Miquel Giménez-Vozpópuli

  • No es ninguna broma. De haber triunfado el golpe de estado, Cataluña sería ahora un satélite de Putin

No es ninguna broma. De haber triunfado el golpe de estado, Cataluña sería ahora un satélite de Putin. Eso, independientemente del conflicto armado que se habría producido a tres niveles: el surgido entre los propios catalanes, el de los golpistas contra España y el de la OTAN contra la república pro Putin. Hasta ahora se había hablado de como el Servicio Federal de Seguridad Ruso, sucesor de la KGB, había colaborado con el separatismo poniendo a su disposición todo su aparato informático.

Ahora se ha hecho público – lo publicamos nosotros – que Putin estaba dispuesto a ir más allá ofreciendo a Puigdemont un contingente de diez mil soldados, pagar la deuda de Cataluña y crear un sistema de criptomonedas. Todo a cambio de concesiones que los patriotas catalanes de bien, esos mismos que la Guardia Civil anda deteniendo, estaban dispuestos a dar. Querían crear una Suiza mediterránea en la que la opacidad y el secreto bancario fuesen norma y dotarse de un sistema autocrático en el que todos los poderes quedasen sometidos al presidente. Pura dictadura.

Que Rusia busca una base naval en el Mediterráneo para contrarrestar a la flota norteamericana, a la posibilidad de que la armada de la OTAN pueda desplazarse, y limitar así la capacidad de respuesta de occidente, es evidente.

La marina de Erdogan y sus maniobras provocadoras dan muestra de esto. La presencia de los buques de guerra rusos, singularmente portaaviones y submarinos nucleares, con base propia desde la cual, además, instalar su sistema de misiles guiados, cambiaría el panorama estratégico en el Mare Nostrum. Poco podría hacer España, que carece de flota submarina nuclear y de portaaviones si exceptuamos el Juan Carlos I que solo es porta naves. Eso por no hablar de lo anticuado de nuestros Harrier o de lo imperioso que resulta dotar a la Fuerza Aérea de nuevos cazas de intercepción capaces de plantar cara a los rusos, muy superiores en capacidad de fuego, medidas anti detección y maniobrabilidad.

Que los hijos de la burguesía catalana hayan pensado entregar esta tierra que tanto dicen amar a Rusia, una dictadura blanqueada de democracia, parece demencial. No lo es tanto si recordamos la actitud de los burgueses catalanes durante la guerra civil. Allí optaron por apoyar al PSUC, a su SIM terrible y a sus métodos estalinistas a cambio de echar a anarquistas y poumistas. Querían orden y orden ponían los agentes de la NKVD.

Ahí nació la entente cordial entre comunistas y burgueses catalanistas, un amor mantenido a lo largo de décadas entre los de Comorera y los del Front Nacional de Catalunya, ahí puede entenderse porque el historiador comunista Josep Benet era íntimo de Jordi Pujol, ahí se inicia un camino que nos lleva al día de hoy y explica porque los podemitas catalanes se acojonan ante el nacionalismo rancio. Ambas partes son de pensamiento totalitario, odian la idea de España, son capaces de vender a su madre y, lo más importante, son partidarios del líder, llámese Stalin o Pujol. Cero crítica, fuera la disidencia, pensamiento único, propaganda y más propaganda y anulación del individuo para integrarlo en una masa ciega y fanatizada.

No es sorprendente que muchos de los principales actores del procés estén mezclados en esta turbia historia de espionaje y traición. Sus ideas los llevaban de manera irremediable a entenderse con gente como ellos, sin respeto a la democracia.

Todos los detenidos por la Benemérita formaban parte de la nomenklatura lazi, no han hecho ni cobrado nunca nada que no procediera del partido, todos comparten la idea de conseguir la independencia por los métodos que sean. Esto no fue nunca de democracia ni de libertad. Esto va de mentir para conseguir un solo fin, consagrar a un grupo de personas por encima del resto, instaurar una dictadura terrible y cercenar la posibilidad del menor resquicio de libertad.

El actual jefe del espionaje ruso Alexander Bórtnikov, según cuenta mi amigo Serguei que sabe de estas cosas, dijo no hace mucho que el lugar de toda Europa en el que veía mayores posibilidades para encontrar un aliado fiable era Cataluña. Él sabrá por qué. Algunos de los nombres que hoy aparecen en los medios, seguramente, también.