Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • Tal vez dentro de tres años, España busque su Biden para optar entre democracia y lo que sólo se le parece

«Sería un presidente del Gobierno que no dormiría por la noche, junto con el 95% de los ciudadanos que tampoco se sentirían tranquilos». Sánchez negaba a Iglesias el 20 de septiembre de 2019. El jueves se cumplirá un año del abrazo del insomnio, tras las elecciones. Cuarenta y ocho horas tardó Sánchez en ejecutar el más vale una vez colorado que ciento… amarillo. De aquella estratagema para ganar votos sigue en pie que 9,5 de cada 10 españoles viven intranquilos. Los demás, que duermen a pierna suelta, o son asesores en La Moncloa o comparten palacios de verano con el presidente. Como contó ayer Chicote en ABC, en Las Marismillas de Doñana: «El marisco volando». Que mejor forma de celebrar que «hemos derrotado al virus». España huele a miedo. El bicho se ha metido en la entretela de la sociedad. Sin clase media no hay sistema democrático que aguante. La Constitución del 78 se desmonta, en esta legislatura, pieza a pieza, aprovechando que el Tribunal Constitucional no es precisamente el séptimo de caballería.

El borrado del español como idioma oficial en las aulas mete un disolvente en los cimientos de la España liberal, nacida en la Transición. No tendrá remedio. Sin enseñanza concertada se suprime la libertad de elección al fragmentar la educación entre los que pueden pagar y los que no, es decir, la mayoría. La mano de Iglesias lleva puesta el guante del gurú Redondo para que no se note tanto cuando hurga en las libertades y derechos individuales. Que parezca otra cosita. La Unión Europea empieza a levantar la ceja con demasiada frecuencia. El hoy vicepresidente segundo no improvisa porque hay espejos, como Venezuela, en los que mirarse. La obsesión a flor de piel: «Los medios privados atacan la libertad de expresión» (2013) y «tienen que tener control público» (2014). El Partido Republicano abdicó en Donald Trump, y desapareció. El PSOE ha ido más lejos con Pedro Sánchez al subrogar el poder en Pablo Iglesias. Tal vez dentro de tres años, España busque su Joe Biden para optar entre democracia y lo que sólo se le parece.