Miquel Giménez-Vozpópuli

  • Nuevo confinamiento y cierre de comercios. Lo único que saben hacer

Los que dicen gobernar Cataluña son unos inútiles. Eso, por ser suaves. Su nulo conocimiento acerca de cómo se gestiona una administración, su desidia con todo lo que no sea activismo separatista y su gandulería ha provocado una tardanza en la compra de neveras para las vacunas. Hasta febrero no llegarán. Pero, cuidado, de las dosis recibidas, esta harka solo ha administrado un trece por ciento. Solamente 7.774 personas han sido vacunadas. No debe sorprendernos. La consellera Vergés es incapaz de organizar siquiera una merienda infantil y si está en el cargo se debe a que pertenece a Esquerra.

Como ni saben ni pueden ni quieren y la población les importa un adarve, han decidido hacer lo único que saben: limitar nuestra libertad, acabar de arruinar la economía productiva y atemorizar a la gente. De forma y manera, la tal Vergés ha anunciado que a partir del día siete se establece el confinamiento municipal así como el cierre de centros comerciales y gimnasios. Diez días, de momento. Solo podrán abrir grandes establecimientos con un tope de cuatrocientos metros –bye bye centros comerciales, hola despidos en masa– y los fines de semana ni eso, solo tendrán permiso los que se consideren imprescindibles. Productos esenciales y tal, ya saben. Verges y el conseller de interior, Miquel Samper, han dicho con la solemnidad de aquel rey que no era ni burro ni sabio, que se hace para frenar al virus. Se conoce que la rave de Llinars, que tardaron cuarenta horas en desmontar dejando salir a los que allí estaban sin hacerles pruebas de covid ni poner en cuarentena a los que dieran positivo, era una pequeña broma porque de todos es sabido que el virus a según que sitios no acude. Lo suyo es que la gente no pueda salir de su pueblecito, aunque eso suponga no ir a trabajar y perder millones, o que el comercio, la base de la economía, se vaya hacer puñetas de una vez y para siempre. Parece hecho ex profeso para acabar de joder a ese Perú llamado Cataluña, que no cuenta con nadie para evitar que acabemos comiéndonos las hojas de los árboles.

¿No será culpa de los mismos catalanes, que en el pecado llevan la penitencia? Tienen ustedes razón. Toda la razón. Pero es que aquí llevamos mucho tiempo escuchando el mismo mantra y la gota acaba horadando la piedra por muy dura que esta sea

No contentos con hacer que se fueran de territorio catalán miles de empresas por culpa de su locura de proceso, ahora piensan acabar de matar lo poco que queda con sus improvisaciones, su estupidez y su gobernar a salto de gallina coja. Toda la administración autonómica, que no es poca, todos esos departamentos, todos esos cargos y carguillos tan pomposos, son incapaces de hacer nada, de poner unos mínimos de orden, de certezas. Dirán que en Madrid, por culpa del pérfido PP y esa Cruella de Vil llamada Ayuso, la cosa de la vacunación está peor que en la republiquita catalana, y sí, lo está, pero en Galicia, también gobernada por el PP van a velas desplegadas. Ná siquiera. Buscando excusas son formidables. Pero insistamos en la desproporción del monstruo kafkiano que he decidido rebautizar cono Inutilidad de Cataluña. No hay adicto, militante, simpatizante, pariente o allegado que no esté ahí chupando de la ubre sin pegar más sello que cumplir la consigna del separatismo. ¿Hay funcionarios que no son así? Por descontado, pero están acogotados por un ambiente de trabajo opresivo en el que no se atreven a mostrar sus opiniones por miedo a un mobbing terrible. En los pueblos, ni les cuento.

Entonces, se dirán ustedes, ¿por qué les continúan votando? ¿No será culpa de los mismos catalanes, que en el pecado llevan la penitencia? Tienen ustedes razón. Toda la razón. Pero es que aquí llevamos mucho tiempo escuchando el mismo mantra y la gota acaba horadando la piedra por muy dura que esta sea. Les pondré dos ejemplos: el pasado sábado Vox montó una mesa en Sant Joan Despí para pedir avales de cara a las próximas autonómicas. Los separatas de ultraizquierda les montaron un manifestación, les increparon, les insultaron y les acosaron. Mientras tanto, desde la Oficina de Derechos Civiles y Políticos catalana publicaban que “protestar de forma efectiva y pacífica contra la extrema derecha filo-fascista es posible y necesario”. Pagado entre todos. Segundo ejemplo: Carrizosa, de Cs, estaba atendiendo a los medios en la calle cuando un energúmeno pasó por su lado diciéndole con voz aguardentosa: “¡Si estuviera la ETA tú no existirías!”.

Inutilidad, seguro. Peligrosidad, también. Arriba las manos, dense por confinados, esto es una república. Catalana, por supuesto.