IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Perdone la petulancia, pero le advierto que entiendo y controlo a la perfección el tema de las ayudas públicas previstas para sofocar los incendios causados por la pandemia en la economía española. No estoy seguro de que usted las entienda bien, perdone también la franqueza que implica esta afirmación, pero es que no le veo muy implicado. Me refiero tanto a los 140.000 millones que alcanzan las ayudas que vendrán (¿?) de Bruselas como a los 11.000 millones que anunció el Gobierno la pasada semana.

Bueno, la verdad es para alcanzar la perfección me faltan solo algunos pequeños detalles. Como estos. Por ejemplo, me falta saber cuántos dineros vendrán al final de la UE, una vez que está claro que su monto total queda condicionado a las reformas que acometamos y está meridianamente oscuro que no sabemos nada de esas reformas. Ni de su calado ni de su calendario de aplicación. En consecuencia no sabemos ni cuánto dinero llegará ni cuándo lo hará. Tampoco sabemos cómo se elegirán los proyectos a apoyar, ni cómo se repartirán los dineros y ni siquiera cuál será la instancia administrativa que los repartirá. Pero, bueno, eso son pequeños detalles que no perjudican la afirmación que le hacía al principio del comentario.

Si vamos a los dineros del Gobierno, los famosos 11.000 millones prometidos, sabemos aún menos. Se ha hablado de subvenciones, de quitas y de condonaciones de deudas. Pero no sabemos con qué criterios se distribuirán las ayudas y se condonarán las deudas. Sigo hablándole de pequeños detalles con los que no merece la pena preocupar a nuestros gobernantes, pero me parece peligroso. ¿A quién se darán las subvenciones y a quién se perdonarán deudas? Claro que hacen falta apoyos para sostener el edificio, pero los apoyos tienen que ser extremadamente cuidadosos para no perjudicar la equidad, la justicia y en definitiva, las reglas de la competencia. Imagine que es usted un empresario que ha sido previsor y prudente en sus inversiones, que ha adoptado medidas duras en salarios y dividendos para contener las caídas de la demanda y que sigue trabajando para ampliar mercados y lograr clientes. Imagine que ahora a su competidor, que ha sido remolón y no ha ejecutado ajustes ni controles y se ha endeudado gracias a la sencilla generosidad del ICO y a la obligada de la banca, le vayan a eliminar o reducir las deudas contraídas. El informe del Consejo de Estado -que fue hurtado al Congreso- habla de las cautelas obligadas y el Banco de España se opone a que los bancos se vean compelidos a perdonar deudas, así sin más. Pero, como le decía al principio, yo lo tengo todo claro. Espero que después de leer este comentario usted también lo tenga. De nada.