Antonio Casado-El Confidencial
- El presidente del Gobierno ha conseguido para las siglas PSOE el peor resultado de su historia en la Comunidad de Madrid con una absurda estrategia autodestructiva
Sin novedad en el recuento de anoche, cargado de moralejas ante las próximas elecciones generales. Barrida de Ayuso, que roza la mayoría absoluta. No la alcanza, pero su propia cosecha (65 escaños) desborda la suma del bloque de izquierda (58 escaños). O sea, que podría permitirse el lujo de gobernar sin Vox. Le bastaría su abstención en la investidura. Una incógnita del día después.
A la muy posible exclusión de la ultraderecha del futuro Gobierno Ayuso, en la parte agradable del recuento, hemos de añadir que Podemos también será irrelevante en la orografía parlamentaria de la Comunidad de Madrid. Si además se confirma, como es el caso, el definitivo mutis político de Iglesias, un elemento tóxico de la política nacional, mejor que mejor.
La noticia de anoche es el batacazo del sanchismo. Dicho sea con toda propiedad. Ha conseguido vincular las siglas PSOE al peor resultado de su historia en la Comunidad de Madrid. Moncloa se lo buscó en una absurda estrategia autodestructiva. El harakiri de los necios, lo denominé en una de mis columnas. Su gran logro ha sido el engorde electoral de las dos triunfadoras de la noche: Díaz Ayuso (PP) y, por distintas razones, Mónica García (MM), que al final se ha revelado como la versión creíble de Podemos, ya deshabitado del narcisismo pablista.
Ni en mis peores sueños hubiera imaginado una victoria electoral de la derecha coronada por sus seguidores a gritos de “¡libertad, libertad!”
Ni en mis peores sueños hubiera imaginado una victoria electoral de la derecha coronada por sus seguidores a gritos de “¡libertad, libertad!”. Espero que Sánchez reúna al Comité Federal y le explique por qué se dejó convencer de que la izquierda ganaría las elecciones haciendo creer a los madrileños que si ganaba la derecha se tambalearía la democracia y vendrían los fascistas a pasarnos por la navaja ensangrentada de la ministra Maroto. Los insultos a la inteligencia de la gente se pagan.
No por menos esperada —temida, decimos quienes lo lamentamos—, la otra noticia relevante de la noche de ayer es la desaparición de Ciudadanos de una orografía parlamentaria que pasa de 26 escaños a cero, a pesar del meritorio esfuerzo de Edmundo Bal por vender sensatez en un escenario envilecido por la polarización. Con este nuevo fracaso de Cs, se pierde el efecto profiláctico que hubiera tenido su entrada en la Asamblea regional como freno al eventual salto de la ultraderecha al Gobierno.
Aunque España es bastante más que Madrid, no despreciemos el valor de la muestra. Un universo plural que anticipa tendencias. Además, es obligada la proyección nacional. Así lo quisieron desde el minuto uno los primeros actores: Sánchez y Díaz Ayuso. En el tramo final de la campaña, una vez comprobados los efectos contraproducentes de un pulso absurdo y desigual, aquel había dado un paso atrás. Ya era tarde. Ayuso estaba feliz confrontando con el Gobierno central y no con el candidato Gabilondo, cuya honorable figura ha sido malversada.
La victoria de Ayuso capitaliza a Casado. De ella es el mérito de la barrida del PP, pero él se queda con los dividendos a escala nacional
La resultante de lo antedicho es que el presidente del Gobierno va a salir políticamente debilitado de estas elecciones. La fragilidad de sus alianzas parlamentarias se pondrá de manifiesto en los problemas del día después: un controvertido fin del estado de alarma, renovación del CGPJ, la cronificada inestabilidad de Cataluña, el ritmo de las vacunas y los confusos pormenores en torno a los fondos europeos de recuperación.
En cambio, el líder del PP, Pablo Casado, sale legitimado como alternativa creíble a la Moncloa, una vez lograda su pretendida refundación del espacio de centro derecha, ya sin Cs. Gana Ayuso y, de paso, capitaliza a Casado, que es su pigmalión. Es verdad que el mérito de la barrida del PP en Madrid es de Ayuso, pero los dividendos a escala nacional son para Casado.