Fernando Garea-El Confidencial

  • Diplomáticos consultados por El Confidencial consideran que la actuación de la ministra de Exteriores con el dirigente saharaui, ingresado en un hospital de Logroño, estuvo llena de errores

Se refieren a la decisión de trasladar a España al dirigente del Frente Polisario Brahim Ghali. Llegó a España el 18 de abril con el nombre de Mohammed Benbatouche, una identidad falsa facilitada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Fue ingresado en la UCI del hospital de Logroño para ser tratado de covid. Antes, Alemania se negó a acogerle y el Gobierno argumentó que se trataba de una acción humanitaria.

Las fuentes diplomáticas consultadas apoyan su crítica a la ministra en la máxima “no hagas lo que no puedas explicar”. Es decir, en primer lugar, el Gobierno debería haber buscado un tercer país alejado del conflicto para que fuera atendido; en segundo lugar, derivado de lo anterior, no hacerlo de forma oculta si consideraba imprescindible atenderle por razones humanitarias.

La identidad falsa

El siguiente error que explican es el de no haberlo hecho abiertamente, con notificación a Marruecos. Por contra, se hizo con el uso de una identidad falsa facilitada por el Gobierno español y, por tanto, con “dificultades legales” por el uso de la documentación que se le facilitó, con posibles consecuencias judiciales. 

El error se amplifica por el hecho de que la Audiencia Nacional tenía pendiente decidir si actuaba contra Ghali y ahora se reabre la investigación que había contra él y, por eso, el conflicto corre el riesgo de que, al mismo tiempo, provoque un conflicto con Marruecos y otro con el Polisario y Argelia, que lo apoya. Si no hubiera sido traído a España, el sumaro contra él en la Audiencia Nacional hubiera seguido paralizado, mientras que ahora ha sido activado por el juez Santiago Pedraz de la Audiencia Nacional e incluirá la citada investigación de su identidad falsa.

“En la diplomacia del siglo XXI, ya no se funciona con pasaportes falsos y operaciones de este tipo”, aseguran las citadas fuentes no oficiales.

Además, resulta difícil entender que no se tuviera en cuenta que los servicios secretos de Marruecos controlan los movimientos de todos los dirigentes del Polisario. Y que, por tanto, era imposible que pasara inadvertido el traslado. Añaden que ni siquiera hay una decisión política de dar un giro a la estrategia de España respecto al Sáhara que justificara la operación. Los diferentes gobiernos de España han evitado el asunto del Sáhara precisamente para evitar conflictos con Marruecos.

El papel de Marlaska

Algunas fuentes no oficiales aseguran que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se opuso con firmeza a que se trajera al dirigente del Polisario a España, previendo las consecuencias negativas que podía tener en las relaciones con Marruecos.

Los diplomáticos recuerdan, además, que ya en 2009 el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero evitó respaldar a la activista saharaui Aminatu Haidar y la expulsó cuando protagonizaba una huelga de hambre en Canarias, sabiendo que apoyarla sería visto por Marruecos como un gesto no amistoso.

La ministra de Exteriores se ha esforzado en desvincular la crisis y la actuación de Marruecos del traslado a España del dirigente del Polisario. En las últimas semanas, el Gobierno de Marruecos hizo saber por diferentes vías su malestar por el ingreso de Ghali en el hospital de Logroño. El Gobierno optó por ignorar el conflicto hasta que el lunes empezó la llegada masiva de migrantes a Ceuta.