Daniel Lacalle-El Español
«It is hard to imagine a more stupid or more dangerous way of making decisions than by putting those decisions in the hands of people who pay no price for being wrong». Thomas Sowell.
Tenemos un Gobierno que es incapaz de cumplir su propia estimación de un trimestre, pero sabe exactamente lo que va a pasar dentro de 30 años. Fascinante.
Ante la desastrosa gestión de la pandemia, los terribles datos de paro y la mayor destrucción de empresas, el Gobierno ha sacado la carta de inventarse el futuro color de rosa. Pero para su futuro rosa primero hay que pasar por caja. Viene un atraco fiscal. El Gobierno dice, desde su infinito paternalismo, que este es un documento de «diálogo nacional». El Plan 2050. Un diálogo fascinante, ya que no ha contado con nadie de la oposición.
Un factor esencial para prepararse adecuadamente para el futuro es estudiar el entorno y ser más flexible, más innovador y conocer a la perfección tu posición competitiva.
El Plan 2050 empieza fallando al situar a España en una posición ficticia. España es menos del 0,9% de las emisiones del mundo y, por lo tanto, el dirigismo de prohibición y expolio fiscal que plantea el plan es innecesario y contraproducente.
Prohibir vuelos nacionales, subir impuestos a billetes de avión, subir tasas a vehículos y subir impuestos y el precio del agua son medidas que harán morirse de risa a China y muestran esa megalomanía y falta de análisis de la realidad del país en el contexto global que suele impregnar a tantos estudios teóricos.
Es importante también alinear los intereses del país y sus gobernantes claramente.
El Plan 2050 empieza fallando al situar a España en una posición ficticia
El plan no puede tener como objetivo la excelencia académica y avanzar exponencialmente en el ranking PISA cuando el Gobierno acaba de lanzar una Ley Celaá que ataca a esos objetivos de manera inequívoca. Lo mismo ocurre con los ambiciosos objetivos de crecimiento de productividad.
Un Gobierno que constantemente subvenciona gasto improductivo y penaliza fiscalmente la alta productividad está trabajando en contra de los planes que anuncia a bombo y platillo. Cuando habla de empleo y mercado laboral, el objetivo del plan de nuevo choca con el deseo explícito de la ministra Díaz de volver a la legislación laboral de los 80, con niveles de paro incluso superiores a los actuales (entre 17 y 24%).
Es también importante conocer tus debilidades.
Hasta el documento reconoce, aunque tímidamente, que el exceso de burocracia en España limita el crecimiento empresarial y de la productividad. De nuevo, la política de Sánchez contrasta con esos objetivos tan ambiciosos, al continuar aumentando el enorme gasto político innecesario y mantener el Gobierno más caro de la historia.
¿Qué vamos a decir de las enormes expectativas sobre tecnología viniendo de un Gobierno que ataca a las tecnológicas con impuestos específicos y cercena la posibilidad de crecimiento de las start-ups con enormes barreras fiscales y burocráticas?
Lo único que nos queda claro al leer el documento es que, para conseguir esos ambiciosos objetivos debemos echar urgentemente al PSOE y Podemos del poder e ignorar lo que propone el plan.
Para preparar el futuro hay que tener los cimientos sólidos y la estructura de nuestra casa en orden. No se puede hablar de 2050 cuando en 2019 el Gobierno ya disparó el exceso de gasto, en 2021 aumenta el déficit estructural y exilia al talento y el capital con una fiscalidad extractiva y confiscatoria.
Para toda esta batería de medidas dirigistas el Gobierno se esconde, como siempre, detrás de unos expertos que elige cuidadosamente para que lleguen a un acuerdo «transversal» que sea, en realidad, exactamente lo que quiere escuchar el Gobierno. El viejo sesgo de confirmación.
Se proponen objetivos muy bonitos con los que cualquiera está de acuerdo, pero al no concretar cómo o hacerlo de manera vaga, usa la propaganda para hacer creer al ciudadano que los que se opongan estarán en contra de aumentar el empleo y el crecimiento.
El Gobierno usa la propaganda para hacer creer al ciudadano que los que se opongan estarán en contra de aumentar el empleo y el crecimiento
Al poner el documento como un trabajo de un centenar de expertos nos quieren hacer creer que si no estamos de acuerdo con su contenido estamos en contra de la ciencia y la experiencia. Sin embargo, al excluir a la empresa, a los creadores de empleo y los que realmente invierten del proceso se convierte poco más que en un estudio teórico de poco valor práctico real.
No existe en el Plan 2050 una sola referencia a eliminar gasto inútil y reducir la Administración, a pesar de hablar del enorme impacto de la tecnología en los procesos. La robotización y la inteligencia artificial no tocan la estructura administrativa.
Sorprende que no haya ningún comentario de los expertos alertando del impacto negativo en empleo e inversión de las enormes subidas de impuestos que proponen. Ningún experto que venga de la empresa asumiría que no hay impacto negativo. Pues bien, el Plan 2050 solo asume beneficios y efectos multiplicadores más que cuestionables de una brutal batería de gasto, prohibiciones y subidas de impuestos.
Tampoco se hace la más mínima referencia al efecto desplazador del aumento del peso del Estado en el acceso a crédito y financiación de la economía productiva real. Sorprendente.
Es todavía más sorprendente que un documento que despliega más de 600 páginas de referencias académicas y supuestamente científicas no incorpore ni una sola referencia de organizaciones empresariales, estudios de organizaciones liberales especializadas en fiscalidad o de autónomos, ni tampoco una sola explicación de cómo se ha llegado a un cálculo de multiplicadores más que cuestionables para llegar a esos objetivos a largo plazo.
El Plan 2050 disfraza de detallado informe académico lo que no deja de ser un programa electoral que se denomina a sí mismo transversal, pero solo asume en sus propuestas los argumentarios de la izquierda.
El Plan 2050 disfraza de detallado informe académico lo que no deja de ser un programa electoral que se denomina a sí mismo transversal
Cualquier profesor universitario suspendería este Plan 2050 por inflar artificialmente la bibliografía con 200 páginas de referencias en su mayoría indicativas o inútiles y que no están más que para intentar dar un barniz académico a lo que es, en sus propuestas, una colección de brindis al sol.
Prohibición, intervencionismo, dirigismo y altos impuestos. Ese es el resumen de las medidas del plan lanzado como una base, un punto de partida para lo que el gobierno llama «diálogo». El problema es que ni es una base ni un punto de partida porque la premisa es equivocada. Si un atleta quiere alcanzar una meta ambiciosa en una carrera de obstáculos, nunca se pondrá un traje de buzo y dos cubos en los pies. Ninguno de los objetivos enunciados se va a conseguir desde el socialismo, el intervencionismo y el expolio fiscal.
En su libro The Plans That Failed (2013) Andre Steiner explica que la «nueva» sociedad de la Alemania Comunista (la RDA) se concibió deliberadamente como un contramodelo del sistema liberal y regulado por el mercado. Este sistema alternativo resultó un fracaso y la economía planificada está completamente desacreditada hoy. Sánchez y Redondo no se han enterado.
El Plan 2050, además, muestra la razón por la cual la izquierda pierde cada vez más apoyo de los trabajadores. Se ha entregado a un modelo dirigista dictado desde las élites. Un modelo diseñado por multimillonarios y sectores rentistas desde una perspectiva gramsciana, donde dichas élites tienen que decirnos cómo comportarnos y qué es bueno para nosotros, paternalista y edulcorada. Fastidiarte, arruinarte y amordazarte por tu bien. No tendrás nada, pero serás feliz.
Primero, presenta un futuro apocalíptico, distópico y luego presenta una especie de Mundo Feliz de Huxley donde la intervención mágica del Gobierno y su cohorte reparte felicidad, crecimiento, empleo de calidad e innovación tecnológica futura. Pero, antes… Un hachazo de impuestos y prohibiciones. No tendrás nada, pero tampoco serás feliz… Y cuando no lo seas, no podrás quejarte.
Si España quiere conseguir ser líder en crecimiento, empleo, tecnología y excelencia educativa puede hacerlo, y lo hará gracias a sus empresas, autónomos y familias porque tenemos todos los ingredientes para hacer un plato exquisito de futuro. Solo hay un ingrediente que estropea la receta: el socialismo. Sin socialismo, la España líder de 2050 se conseguirá sin problema.
Ya saben en Moncloa lo que tienen que hacer. Apartarse.