Las cositas

Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • A las crisis se las conoce solo al principio. Cuando crecen y mutan se pierde el control en un pestañeo. Está el patio como para perder el tiempo en minucias

Con la inflación a galope tendido poniendo las cosas de comer al precio de un ojo de la cara, andan los patios de vecindad política revueltos, con desplantes y gestos nada amistosos entre amagos continuos de llevarse la faca a la mano para zanjar las disputas en las intercostales. ¿A quién le importa la vida interna de los partidos salvo a los propios afectados? ¿Al parado o al precario le desasosiegan los codazos puntiagudos dentro del Consejo de Ministros por la reescritura de una ley laboral impuesta por quienes financian (¡qué le vamos a hacer!) la deuda española o el final de su mes? Se nota bastante en la calle: desde el pasado verano los cuartos se centrifugan en los bolsillos. En el mercado del barrio y en la gasolinera del polígono el euro vuela sin motor. Los economistas definen a la inflación como un ‘impuesto silencioso’. No hace prisioneros. Muerde y no suelta la pieza dejando al ciudadano listo de papeles antes de la primera quincena del mes: el patio de mi casa es particular cuando llueve se moja como los demás. La España real espera caminando mientras la oficial ventila sus duelos como si no hubiera un mañana que resolver cuanto antes.

Si se mira la curva del ‘brujo’ Michavila, que ABC ha publicado desde el 4-M de Madrid, se ve el frenazo del crecimiento y pérdida de dos puntos del PP por el inexplicable caso de la presidencia madrileña del partido. Lejos de amainar, la bronca de interiores arrecia frenando la expectativa real (marco mental que dicen los gurús) de una alternativa a Frankenstein. Con el Gobierno del doctor Sánchez ofreciendo todavía un espectáculo mayor con entradas de primera fila agotadas en Bruselas, las cartas a favor de Casado -ni un rasguño hace al actual PP otra sentencia al casposo B- y a la espera de las elecciones andaluzas para remachar el clavo del pasado mayo, el PP se distrae con un asunto menor que ha adquirido categoría de serial de media tarde. A las crisis se las conoce solo al principio. Cuando crecen y mutan se pierde el control en un pestañeo. Está el patio como para perder el tiempo con las cositas.