Juan Fernández-Miranda-ABC

  • Los 200 reclusos de ETA son la única causa que le queda a Arnaldo Otegi

Hay dos elementos comunes en la estrategia del Gobierno hacia Cataluña y hacia el País Vasco: uno es la necesidad de apoyos parlamentarios y el otro es la absoluta falta de transparencia en su estrategia para conseguirlos. Y hay un tercer paralelismo:los presos.

Como sucedió en Cataluña hasta que los sediciosos fueron indultados, la cuestión clave hoy en el País Vasco son los presos, y como sucedió en Cataluña el Gobierno no va a reconocerlo, como sucede con los gobiernos con mala conciencia. A pesar de las negativas de La Moncloa, a estas alturas es obvio que la situación penitenciaria de los más de doscientos etarras que aún cumplen condena forman parte del precio que Bildu puso al Gobierno a cambio de entrar en el juego de la política nacional. De esto hace ya años, pero gracias a El Correo pudimos escuchar a Otegi desvelar su objetivo principal y, ya de paso concluir hacia dónde van las negociaciones con el Gobierno.

Agitar a los presos es fundamental para Bildu, pero es obvio que los ‘ongi etorri’ son un problema en Madrid porque evidencian que los proetarras siguen siendo exactamente eso: proetarras. Exaltan a los asesinos, humillando a las víctimas; y atacan al Estado democrático y a sus símbolos, humillando al conjunto de España y de los españoles. Estos homenajes no son más que el preámbulo de su final: tras los vítores, a los asesinos solo les espera el silencio, porque una vez en libertad el entramado proetarra ya no necesita nada más de ellos, y los olvida como a perros. Los homenajes son su última entrega a la causa terrorista que ha exprimido sus miserables vidas.

Procede una pregunta: ¿el fin de los ‘ongi etorri’ implica que en enero no se celebrará la tradicional marcha en favor de los presos de ETA? Esa es la auténtica demostración de fuerza abertzale, capaz de movilizar a decenas de miles de personas cada año. La respuesta es no, por dos motivos: los doscientos presos y sus familias son la única argamasa que les une y esa causa es la única que le queda a Arnaldo Otegi para mantenerse en el machito.

Y otra pregunta: ¿qué quiere Otegi? Él sabe que está amortizado: su sola presencia dificulta enormemente que el PSE dé el abrazo definitivo a Bildu como socio de Gobierno en Euskadi , y su sola presencia impide que las nuevas generaciones de su partido cojan el mando. Por todo ello, él sabe que su única baza son los presos. Dado que no pueden ser indultados como los sediciosos catalanes –ni Sánchez se atrevería a tanto–, la cosa está en cambiar cromos para beneficiar a sus reclusos. La estrategia de acercamiento, más conocida como la «operación viernes negro» del ministro Marlaska, hace muchos meses que está en marcha y es una etapa políticamente superada.

El siguiente escenario son los etarras juzgados a partir de 2003, cuando el Gobierno Aznar elevó a cuarenta años el tiempo efectivo de cárcel. Lo que quiere Otegi es que se legisle, que se cambie la Ley, volver al escenario anterior a 2003 para beneficiar a los que aún tienen barrotes para más de veinte años. La lógica que ya resuena en ese entorno es trágica:«Antes se pegaban tiros y nadie salía a la calle. ¿Hoy se apoyan Presupuestos del Estado y tampoco sale nadie?». Lógica trágica ante la que el Gobierno sí puede ser presionado, porque tiene la capacidad de cambiar la Ley, y no olvidemos la unidad de acción de Bildu con ERC para presionar a Pedro Sánchez.

Oh, casualidad, el comunicado de fin de los ‘ongi etorri’ llegó la víspera de que el PSOE tuviera que pronunciarse sobre los homenajes a terroristas, una propuesta de Cs sobre la que el portavoz Héctor Gómez no acababa de fijar posición. ¿De verdad que el mismo PSOE que quiere llevar al Código Penal la exaltación del franquismo tenía dudas sobre qué hacer con la exaltación del terrorismo? Finalmente, ayer votó en contra, pero un voto mucho más sencillo de explicar habiendo movido ficha el colectivo de presos.

Los portavoces del Gobierno se han repartido los papeles: el Gobierno va acercando presos;el Grupo Socialista se garantiza apoyos parlamentarios votando ayer junto a Bildu y ERC;el portavoz del PSE empieza a sembrar el camino hacia un pacto de gobierno con Bildu en el País Vasco; y, como punta de lanza, el diputado Odón Elorza se dedica a insultar a los que discrepan.

El problema para España no son los presos etarras, ni siquiera sus familias. No son los votantes de Bildu, ni la fragilidad de Otegi como líder de la izquierda batasuna. El problema está en el Partido Socialista, y en la suma de la debilidad parlamentaria con la falta de principios: es en esas aguas revueltas donde pesca Elorza, el Iceta vasco.